La victoria de Lewis Hamilton en el Gran Premio de Hungría de Fórmula 1 marca un antes y un después en su carrera deportiva, y escribe una página brillante en la trayectoria del equipo Mercedes.
Respecto de lo primero, se trató de su victoria número 22 en la máxima categoría, y de la primera con la escudería alemana en las aún pocas carreras que ha disputado como uno de sus pilotos oficiales.
Este resultado y la calidad de las presentaciones de McLaren de este año evidencian que Hamilton no se equivocó cuando a finales del campeonato 2012 anunció su fichaje por Mercedes, como sustituto de Michael Schumacher.
Desde el momento de su debut, solo tuvo que esperar 10 grandes premios para subir al primer escalón del podio, mientras que su coequipero Nico Rosberg apenas conoció la victoria en la carrera número 42 desde que se puso al mando de una ‘flecha de plata’.
Aunque no faltaron quienes en su momento tacharon de errada la decisión del piloto británico de apostar por una escudería que, tras su regreso a las pistas como equipo integral en el 2010, no pasaba de la mitad de la grilla, Hamilton supo ver su potencial a corto plazo.
Aunque tres años podría ser poco tiempo para que un equipo nuevo empiece a ganar carreras, el proyecto parece haberse consolidado. A juzgar por el número de victorias en la temporada (3), los alemanes no solo se erigen como la segunda fuerza del ‘circo’, sino que incluso amenazan la hegemonía de sus vecinos austríacos de Red Bull.
Al contrario que Ferrari, cuyo monoplaza parece haber empeorado con el transcurso de las carreras, Mercedes ha encontrado las claves para que el dominio del W04 en las sesiones de clasificación se confirme en carrera.
Nuevos triunfos podrían colocar a Hamilton como el principal candidato para destronar a Vettel.