Un auto nuevo ofrece varias ventajas. No obstante, el tener la capacidad económica no es el único criterio para hacerse de uno. Foto: Ingimage
En la mayoría de los casos, la decisión de adquirir un modelo nuevo como primer vehículo está directamente ligada a la capacidad económica del comprador.
Una persona que pueda pagar un cero kilómetros de contado o que no tenga problemas para cancelar las cuotas mensuales durante un determinado plazo, difícilmente optará por un auto de segunda mano.
Esto se explica porque un auto nuevo es la gran aspiración de muchas personas, incluso más que una vivienda. El auto nuevo seduce con su estética impecable, sus líneas modernas, sus elementos de equipamiento, sus niveles de confort y seguridad, etc.
No obstante, también es altamente valorado porque su condición hace que no necesite más mantenimientos que los rutinarios durante unos cuantos años, lo cual lo hace más confiable en cualquier circunstancia.
Por esa razón, el auto nuevo es la primera opción (y a veces la única) para las personas que no tienen mayor experiencia o conocimientos mecánicos, y que prefieren confiar en el servicio posventa ofrecido por el concesionario respectivo.
No obstante, un auto nuevo presenta la desventaja de una depreciación acelerada durante sus dos o tres primeros años de uso. No es buena idea comprar uno si existe la posibilidad de tener que venderlo en un lapso relativamente corto, ya que ello representará una pérdida económica considerable.
Si en sus planes está que su primer vehículo salga de un almacén, le convendrá tenerlo en su poder durante no menos de cuatro o cinco años, en condiciones ideales. Para entonces la depreciación se estabilizará y usted habrá compensado con el uso y el disfrute de sus bondades la inevitable pérdida de valor a la que estará sujeto por el paso del tiempo.