Hasta los que tenían un Porsche lo respetaban: el Alpine, construido con el ‘know-how’ de Renault, era un verdadero automóvil deportivo. Con el A610 hace 20 años se acabó la historia de la marca francesa, pero ahora nace la esperanza de un regreso.
¿Un nuevo Alpine? Andreas Conrad se ríe. “No, hundiría el precio”, dice. Y es que es de los pocos que aún posee uno de los deportivos franceses originales, un A610 color burdeos. De ese modelo (foto arriba) se construyeron de 1991 a 1995 solo algo más de 800 ejemplares.
En 1956, Jean Rédélé, piloto y vendedor de Renault, fundó la firma Alpine, el único fabricante francés de autos deportivos junto a la ya asentada Bugatti y la exótica Venturi, ambas italianas.
Ya con un remodelado Renault 4 CV, Alpine logró el triunfo en la clásica carrera Mille Miglia. El A110 se transformó en un legendario coche de rally y triunfó por ejemplo en Montecarlo. Con el A442, los franceses ganaron en 1978 incluso las 24 Horas de Le Mans.
En la fábrica matriz en la localidad de Dieppe, en el norte de Francia, se construyeron apenas 30 000 modelos, pero ahora hay indicios de una resurrección: Renault, que desde final de los años 70 posee los derechos de marca de Alpine, presentó recientemente y de forma inesperada en el Gran Premio de Fórmula 1 de Mónaco un proyecto sobre el que en dos o tres años se podría fabricar un deportivo con el viejo nombre.
“Si llega un nuevo modelo, seguro que tendrá todas las ayudas electrónicas, incluso motor eléctrico”, dice Conrad, el propietario del A610. “No tendría nada que ver con el Alpine de entonces”.
[[OBJECT]]
El A610, cuyo motor turbo V6 hace rugir Conrad, está muy lejos del ideal con el que ‘monsieur’ Rédélé fundó la marca. A diferencia del A110 o el A310, el A610 no es un rayo ligero. A pesar de su carrocería de plástico, el auto pesa más de 1,4 toneladas, pero por ello es quizás el único Alpine con el que también se puede viajar. El motor es fuerte, el espacio amplio y los asientos cómodos, aunque los pasajeros se tengan que agachar mucho para entrar a un coche muy plano.
No por nada Conrad considera a su A610 un verdadero Gran Turismo con ya más de 80 000 kilómetros. Sin embargo, el formato y los por entonces lujosos extras como el aire acondicionado o el sistema ‘Hifi’ tenían su precio: unos 50 000 euros (62 400 dólares) en aquella época, se calcula, tan caro como un Porsche 911 o un Mercedes SL.
Pese al confort, el manejo no es fácil, avisa Conrad, no solo porque los pedales son pequeños y estrechos, poco aptos para quien tenga pies grandes, sino sobre todo porque el motor V6 turbo situado en la parte trasera es muy potente y el ESP entonces no existía.
Pero quien lo conduce con mano experta y pies sensibles puede moverse por el circuito de Nürburgring como con un Porsche. El motor de tres litros y 250 HP pasa de 0 a 100 km/h en 5,7 segundos y alcanza una velocidad máxima de 265 km/h.
Fuerte, rápido, pero también pesado y muy caro: por ello, más allá de los puristas fans de Alpine, el A610 no hizo muchos más amigos. De los 818 producidos, Conrad estima que un tercio se quedó en las vallas de los circuitos, por lo que a veces reaparecen en las plataformas de compra-venta. Y cuando se encuentra, un Alpine A610 resulta muy caro: “A pesar de que suelen tener muchos km, no se consigue nada por menos de 30 000 euros”, ha comprobado Conrad.
Con el final de Alpine, Renault también acabó con los deportivos, pese a que el gusto por ese tipo de modelos renació de 1995 a 1999 con el modelo Spider.
La posibilidad de un retorno parece muy posible porque la dirección de la marca francesa últimamente y de forma sospechosa está entusiasmada con el viejo Alpine. Y la vieja fábrica de monsieur Rédélé aún sigue en marcha. Si llega uno nuevo, posiblemente lo volverá a hacer desde Dieppe.
Fuente: DPA
[[OBJECT]]