El sistema de fotorradares que en el transcurso de este año implementó en Quito la Agencia Metropolitana de Tránsito busca mejorar el flujo vehicular y la seguridad vial de la ciudad, estableciendo sanciones a quienes exceden los límites de velocidad establecidos. No obstante, al parecer los dispositivos requieren un cierto afinamiento para cumplir su función de manera eficiente.
Muchos conductores que transitan habitualmente por la avenida Simón Bolívar, por ejemplo, han
constatado que las cifras que muestran los medidores de velocidad ubicados en diferentes puntos difieren de la que aparece en el velocímetro de sus vehículos. A veces es menor y a veces mayor.
Aunque pudiera parecer que lo primero no representa un problema, en realidad es un peligro en potencia. Si un conductor se desplaza a 90 km/h (la máxima velocidad permitida) y el radar marca 75 km/h, probablemente la siguiente vez que pase por ahí lo hará a 105 km/h para que el radar marque los 90 km/h reglamentarios. Por otro lado, si alguien viaja a 85 km/h y el radar marca 92 km/h, esa distorsión podría costarle una multa y pérdida de puntos en su licencia. La autoridad de tránsito debería tomar acciones inmediatas sobre este tema.