Los pilares estaban cubiertos originalmente, pero ahora quedaron visibles. Fueron tratados contra las plagas. Fotos: Xavier Caivinagua / para CONSTRUIR.
Las casonas antiguas del barrio de San Roque, en el centro de la capital azuaya, forman parte del inventario que sirvió a Cuenca para ser declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad hace 19 años. En ese sector se destaca el inmueble donde, en la actualidad, funciona el Hotel-Galería San Rocke.
Hace cinco años, Francisco Torres buscaba un inmueble patrimonial cerca del Centro Histórico para convertirlo en un hotel. Según Torres, esta propiedad fue la mejor alternativa, pese a que estaba deteriorada por su abandono.
La intervención empezó en el 2015. El trabajo duró cerca de un año y cuatro meses, y estuvo liderado por el arquitecto cuencano Oswaldo Jara. “La estructura forma parte del inventario de Patrimonio Cultural de la Humanidad”.
Tiene dos frentes que dan hacia las calles del Farol y de San Roque. El terreno tiene 421 metros cuadrados y la construcción e intervención total prevista y autorizada por la Municipalidad es de 754 metros. El 40% ya está ejecutado y la segunda fase se hará posteriormente, señala Torres.
El Hotel-Galería San Rocke cuenta con 12 habitaciones.
El inmueble está divido en tres etapas. La primera o crujía frontal es el elemento patrimonial. Fue edificada entre los 20 y 30. Su estilo es republicano y cuenta con cimientos de piedra, muros de bahareque, cubierta de teja artesanal. Además, entrepisos de madera, al igual que las puertas, pasamanos, pilares y ventanas.
Se utilizaron técnicas ancestrales de construcción, destaca Jara. Él agrega que las paredes internas de bahareque estaban en malas condiciones debido al abandono y la humedad. Allí, se realizó la reconstrucción reforzando columnas y vigas de madera y travesaños para colocar los carrizos y la cabuya. El bahareque es la denominación de un sistema de construcción de viviendas en el que se emplean palos, cañas, carrizos entretejidos y es cubierto con barro.
Las cubiertas elaboradas con vigas de madera, al igual que las puertas, ventanas y pisos también estaba en avanzado estado de deterioro, dice Jara. Destaca que el proceso de intervención se programó y ejecutó con la intención de mantener la tipología original de este inmueble.
Por ello, se recuperaron los materiales originales y se emplearon las técnicas ancestrales de construcción.
Antes, la fachada estuvo cubierta con revoque de barro.
En el caso de la fachada, señala Torres, se retiró el revoque de barro para dejar visible el ladrillo visto original. La intención fue mejorar la estética del inmueble y “consideramos que no era viable mantenerlo”.
Jara explica que la estructura de la cubierta fue reparada, consolidada e impermeabilizada. Adicionalmente, las piezas de madera fueron cambiadas. También se trabajó en el mejoramiento de los pisos y tratamiento de plagas en los pilares, que antes estaban cubiertos y luego de la intervención quedaron visibles.
La segunda parte de este inmueble corresponde a una edificación lateral ubicada en la parte izquierda. Esta cuenta con dos plantas que se construyeron en la década de los 80. Tiene cimientos de piedra, muros de ladrillo, cubierta de teja artesanal y los entrepisos son de madera.
El pasamanos es original y recorre la escalera de 3 pisos.
La tercera fase está en la parte posterior y tiene un estilo más contemporáneo. Allí, el área de servicios y la cafetería es para la atención de los turistas nacionales y extranjeros, señala Torres. En ese espacio se dejaron visibles las paredes de barro para conservar el estilo original de este inmueble patrimonial.
Otros elementos que formaron parte de la intervención son los balcones, que fueron elaborados con eucalipto.
Según el arquitecto Oswaldo Jara, esta casona fue ajustada al nuevo uso pero respetando la tipología original. El hotel tiene 12 habitaciones, con un promedio de 3,6 de ancho por 4 metros de largo. Además, se construyeron 14 baños, entre ellos dos sociales.