La multitud de planos que se insertan entre sí define la volumetría dinámica de esta lámpara. Foto: Diego Pallero / CONSTRUIR
Fueron Enrique Franzolini y Vicente García Jiménez quienes dieron forma a una de las lámparas de suspensión más famosas de los últimos tiempos: la Big Bang. El diseñador udinense se unió al creativo valenciano para, evocando el dinamismo de una explosión, dar forma a la Big Bang para la firma internacional Foscarini.
Los planos -realizados en metacrilato y disponibles en la versión blanca, roja o bicolor blanca/roja- parecen salir del núcleo luminoso central y escapar en todas las direcciones, explica el catálogo de Foscarini.
Se trata de un cuerpo luminoso de fuerte plasticidad, caracterizado por un juego de luces y sombras, de gran impacto visual a pesar de estar suspendida sobre el techo.
no obstante sea aéreo, ideal
La Big Bang suministra una luz intensa, decidida y directa. La especial disposición de los planos garantiza el máximo de la reflexión y, de forma contemporánea, evita el deslumbramiento, mientras ofrece distintos efectos de luz dependiendo de los ángulos desde donde se la mire.
El bastidor de la lámpara está formado por una placa de aluminio lacada de blanco con polvo epoxídico. La pantalla propiamente dicha, en cambio, está compuesta por seis planchas de metacrilato translúcido cortadas en formas geométricas diversas que tienen una característica: se introducen unas en otras gracias a las cuñas que se cortaron previamente. En la versión roja las planchas están serigrafiadas y coloreadas por el lado exterior.
Dos cables de suspensión en acero inoxidable, un cable eléctrico transparente, un sostén de techo con estribo de metal cromado completan el equipo. Se pueden usar bombillas fluorescente o LED.
En Quito, la Big Bang se oferta en almacenes exclusivos como Design Studio o Home Identity, ambos ubicados por el sector de La Pradera. Son lámparas de alta gama y, por ende, costosas.
Las lámparas colgantes de hoy dan iluminación, decoran y atraen