El Sábado pasado, Diego Almeida Guzmán publicó un artículo denominado Religión e Iglesia cuya conclusión final dice: “Mantengamos a la religión e Iglesia en el ámbito íntimo, no permitamos su trascendencia más allá de lo personal”.
Respeto la opinión personal que el articulista tiene, pero debo expresar mi total desacuerdo con ella, como fiel de la Iglesia Católica, la religión es para mí parte esencial de mi vida, sustento de nuestros actos y fundamento de todas las decisiones morales que hago, tanto en el ambiente personal como en el público, por lo que no mantengo mis creencias religiosas separadas de mi actitud social, económica y política.
Por otro lado sustenta su criterio en análisis inexactos con relación a la realidad histórica de la Iglesia Católica, y sobre las intenciones que la misma tiene empezando por afirmar que, para su opinión, la Iglesia “es la institución erigida por el hombre con el propósito de facilitar la llegada de la religión a la sociedad, y su influjo comunitario” al respecto debo manifestar que “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida, y una orientación decisiva” en palabras del Papa Benedicto XVI en su Encíclica Deus Charitas Est.
Adicionalmente, de forma históricamente errónea indica que “la Iglesia católica concibe un enjambre de adecuaciones teológicas y “controles” – los dos artificiosos – a efectos de apuntalar intereses no solo místicos pero materiales suyos propios y de élites sociales, que se refuerzan en el Medioevo”.
Al respecto debo señalar que contrariamente a lo que opina Diego Almeida, la Iglesia, desde su institución, ha estado de lado de los más humildes por lo que no es verdad que desde la Encíclica Rerum Novarum de León XIII se recuperaron los “siglos perdidos”; el mismo San Pablo, en su Carta a Filemón, ya abogaba por los esclavos en el Imperio Romano donde la esclavitud era el esquema económico de explotación imperante, adicionalmente seguramente no conoce que la primera manifestación a favor de los indígenas que se hizo en América, fue de un Sacerdote Católico, Fray Alonso de Montesinos, que en la actual República Dominicana, expresó en 1 511 su denuncia sobre la inmoral y poco cristiana actitud de algunos colonizadores españoles con los indígenas americanos.