Creo que la gestión del alcalde capitalino deja mucho que desear. Hay muchos temas que la ciudadanÃa seguimos reclamando y el liderazgo del burgomaestre va muy por detrás del que ostenta la Alcaldesa de Guayaquil.
Vale la comparación en este caso, uno con tan solo el 21,9% de apoyo popular y la otra con un 52,60%. A Quito se la siente como una olla de presión a punto de estallar. Por un lado, la basura, la movilidad, la inseguridad, la delincuencia, el exorbitante crecimiento de las ventas ambulantes por propios y extranjeros, la mendicidad, el incremento de la tarifa de transporte público, el desinterés por la reforestación de algunos sectores como San Antonio de Pichincha, zona de gran importancia turÃstica, y el creciente desempleo son algunos de los puntos que no nos quedan claro todavÃa, y por otro lado, la pasividad de los propios quiteños. No hay una definición de la ruta que sus habitantes debemos seguir y no vemos una polÃtica pública claramente delineada, con temas prioritarios en los cuales vaya a concentrar todos sus esfuerzos. No tenemos la certeza de que el alcalde concrete las promesas de campaña que hizo ni defina con liderazgo las prioridades de su administración. Estamos mal, sr. Alcalde.