Los chinos dicen: “Existen pueblos mientras existen hogares”. Hemos hecho lo posible por desaparecer los hogares y así, ahora, nuestros pueblos son autómatas. Se hallan inmersos en reglas rígidas: sociales, de modas y políticas, con absorbentes horarios.
Como lo dijo Gustavo Noboa: “Rodeados de un mundo loco”. Y como lo dijo monseñor Parrilla: “Con una juventud esquizofrénica”.
¿Qué queremos de nuestro país cuando estamos asustados, aterrados y, para colmo, empobrecidos?
Desde el Gobierno aseguran que la solución son las becas. ¿Para qué?
Por favor, menos divorcios, más hogar. Volvamos a esos hogares ampliados, donde se vivía apoyándose hombro con hombro. No mandemos a nuestros jovencitos a las locas becas. Estas deben ser para personas formadas. Que para acceder a ellas nuestros hijos sepan quiénes son, qué quieren y hacia dónde va.