Respirando Bienestar

Un espacio para hablar del bienestar que genera la práctica del ejercicio y la alimentación saludable en nuestro día a día. Aquí no hay espacio para solo el atún y la lechuga.

Paola Gavilanes. Blog Respirando Bienestar

Paola Gavilanes

Licenciada en Comunicación Social por la U. Central del Ecuador. Colabora con Grupo EL COMERCIO desde el 2007. Trabajó en la sección Deportes, Tendencias y Construir. Ahora escribe sobre BIENESTAR. Deportista aficionada y amante de la comida hecha en casa.

¿Se están volviendo ‘locos’? ¡Ordenemos la casa!

Un espacio limpio y ordenado permite una mejor concentración. También ayuda a conciliar el sueño. Foto: Pexels

Un espacio limpio y ordenado permite una mejor concentración. También ayuda a conciliar el sueño. Foto: Pexels

Para lograr una buena salud mental se requiere de ejercicio, de meditación, de caminatas ligeras al aire libre y, en mi caso, también de un poco de orden.

Qué estresante resulta esquivar las ollas, los platos, la ropa sucia, la ropa limpia, los zapatos, las hojas que caen de las plantas... todos los días. Yo -por lo general- arreglo mi casa una vez a la semana. La verdad es que detesto limpiar, sobre todo, el bendito polvo. Pese a eso trato de que luzca decente.

Y digo trato porque la realidad es que, luego de un año de permanecer en casa -por la pandemia-, me esfuerzo lo mínimo. Al inicio de la pandemia hice un barrido profundo y minucioso: me deshice de papeles y libros viejos, regalé ropa y juguetes, boté telas viejas; la lista continúa.

Luego, organicé los cajones de toda la casa, le saqué brillo a las ventanas, puse cera en las puertas. Después de una jornada titánica, finalmente dije ¡Qué alivio! Qué rico se siente estar en un lugar acogedor, donde todo huele a limpio.

Yo estaba como nueva, llena de positivismo y con mucha energía. Pero hacer eso cada mes abruma y cada seis meses también (risas). Pero, adivinen qué: bajar los brazos abruma muchísimo más porque el polvo se acumula, los rayos de sol ya no ingresan con fuerza por las mañanas, y la energía y positivismo merman.

Ahora mismo no tengo ropa sucia y ni vajilla pendientes, pero no puedo abrir las puertas de la alacena con tranquilidad porque estoy segura de que algún día caerán todas esas latas de atún sobre mi cabeza.

Todos los días lucho con las ollas; ya no hay espacio para la sartén, peor para las jarras que compré. Tengo ocho jarras para apenas dos habitantes. Tengo cubiertos para un batallón y lo mismo me pasa con los platos. Hasta antes de la pandemia era de esas personas que compraba recipientes para la ensalada que algún día iba a preparar. También soy buenaza para llenar las cartillas de los supermercados. Así conseguí un juego de cubiertos cheverísimo; ya tienen cinco años y todavía siguen en la caja. Sigo esperando un día especial para estrenarlo. ¡Qué raros somos algunos humanos!

Un espacio limpio y ordenado permite una mejor concentración. También ayuda a conciliar el sueño. Foto: Pexels

Bueno, lo cierto es que con el desorden la energía decae y urge un nuevo barrido profundo y minucioso para recuperarla. Por eso -precisamente- me animé a escribir sobre el tema. A veces no sabemos qué nos molesta. Dices, pero sí ya hice ejercicio y medité, ¿por qué no me siento conforme?

Resulta que a mí me incomoda el desorden y podría ser que a ustedes les ocurra lo mismo. Por eso supongo que hay cursos para aprender a organizar la vivienda. Hace poco me encontré con una certificación sobre ese tema. Lo consideré una exageración, pero resulta que después de ver un par de películas me di cuenta que sí, que la organización dentro de la vivienda genera también una sensación de bienestar.

Sobre esto último, una investigación elaborada por el Instituto de Neurociencias de Princeton demostró que el desorden no solo conduce a aumentar los niveles de estrés, sino que además provoca una mayor sensación de cansancio y desgaste mental, lo que conduce a frustración y enfado.

Que puedas abrir los cajones y encontrar el cuchillo a la primera evita que te enojes –si eres de pocas pulgas como yo- o que pierdas tiempo buscándolo en otros contenedores.

Así que los invito a darse una vueltita por los diferentes rincones de su casa y emprender esta tarea titánica. Yo empezaré este fin de semana. Para eso seguramente tendré que adquirir un par de contenedores y repisas; intentaré comprar las más resistentes para evitar desecharlas en poco tiempo.

¿Qué tal son ustedes con los clavos, martillo, taladro y demás?

Los leo en pgavilanes@elcomercio.com