Después de un mes de reposo total y de otros 30 días activándonos a medio gas, finalmente retomamos el entrenamiento con pesas.
No les había contado, pero el pasado 27 de noviembre me pasé un ratito por el quirófano para retirarme una ‘bolita’ que me provocaba dolor al levantarme de la cama y que me impedía activarme con normalidad.
Luego de la biopsia, los expertos determinaron –como ya me lo había adelantado mi médico en las consultas- que se trataba de un endometrioma, un tipo de quiste ovárico.
Aparecen con frecuencia en los ovarios –tal y como su nombre lo indica-, pero al mío le dio por aferrarse a mi pared abdominal. ¡Qué tal!
Para retirarlo fue necesario cortar músculo. Para ser precisos, el cuadradito inferior derecho quedó reducido. Por eso la sugerencia del médico de cumplir con el mes de reposo al pie de la letra, con cero peso y cero gradas. En resumen: nada de nada.
Yo soy muy consciente de la función que cumple cada parte y órgano de mi cuerpo, pero jamás me había detenido a pensar que mucha de la fuerza que usamos para realizar una determinada actividad nace del centro del cuerpo. Allí precisamente se alojan los músculos abdominales. También está la zona lumbar y los oblicuos.
Me di cuenta de aquello cuando intenté abrir un frasco y sentí vibrar a mi músculo mutilado. Olvidé decirles que el médico también dijo: nada de fuerza.
Así que me resigné y aunque me picaban los pies y las manos por subirme a la bicicleta y por agarrar las pesas, durante un mes solo caminé. A pesar de que ya no tenía la bola en mi abdomen todavía me costaba levantarme de la cama o sentarme.
Luego de una cirugía es importante retomar el ejercicio de a poco para evitar lesiones. Preste atención a las recomendaciones del médico. Foto: Pexels
Llegó enero y corrí a la bicicleta estática. Me coloqué mi pantaloneta, mi top deportivo y mis zapatos. Me senté y hasta ahí llegué (risas). Pensé que retomar la práctica deportiva sería sencillo, pero me equivoqué.
No me quedó otra opción que bajar la resistencia y la velocidad, y empezar de nuevo. Aunque nuestro cuerpo tiene memoria hay que entender que luego de un receso es importante tomar las cosas con calma para retomar el ritmo y reducir el riesgo de lesiones. Y de esto –precisamente- quería hablarles esta semana.
Estamos tan obsesionados con cumplir una meta que forzamos a nuestro cuerpo sin medir las consecuencias. Queremos adelgazar, entonces dejamos de comer u optamos por la dieta de 1000 calorías por 21 días. Queremos un trasero grande, entonces vamos al médico para que nos coloque prótesis.
Queremos mantener las medidas, entonces olvidamos que un bisturí nos cortó la piel y los músculos, y buscamos subirnos a una bicicleta a toda costa. La vida es tan valiosa que amerita sudarla y gozarla minuto a minuto. Seamos más pacientes por favor. Eso sí, evitemos dejar para mañana lo que podemos hacer hoy.
Esa constancia -aún dentro de casa- influyó en mi recuperación. Tras despertar, el médico dijo que mis músculos fuertes y definidos facilitaron la operación. Aclaro que mi ‘six-pack’ solo es visible cuando se aparta la piel y la capita de grasa. Pero con eso es suficiente porque estoy saludable.
¿Les cuento cómo terminó mi receso obligatorio?
Después de los 30 días de reposo absoluto y de un mes de entrenamiento sobre mi máquina estática, estoy mucho más fuerte. Lo comprobé ayer, cuando que desempolvé las pesas para activar mis bíceps y tríceps. El trabajo es totalmente diferente, pero la satisfacción es la misma. Extrañaba ese dolorcito en mis músculos. Otra sería la historia si me habría dejado llevar por el impulso y omitía la recomendación del médico. Así que amigos, paciencia, por favor.
¿Cómo llevan su receso?
Los leo en pgavilanes@elcomercio.com