Los cambios han sido notables, pero todavía falta. Las mujeres investigadoras afrontan situaciones de discriminación, en los ámbitos mundiales, regionales y nacionales. La equidad de género es importante; sin embargo, es urgente nuevas políticas en la academia, dominadas por el mundo masculino.
Es tiempo de decir: pan al pan y vino al vino. Las normas constitucionales y legales están escritas, pero en la práctica no se aplican. Prevalece la cultura patriarcal, que ha hecho posible la instalación de la desigualdad, no solo por cuestión de género, sino por las ideas, la condición socio-económica y el color de la piel.
Una encuesta global sobre la situación de las mujeres en el más alto nivel académico, muestra que menos de una octava parte de los miembros de las academias de ciencias del mundo son mujeres. Las mujeres integran apenas el 12% de miembros entre 69 academias consultadas por InterAcademy (IAP).
Las mujeres y la ciencia
En días pasados se celebró en el mundo el Día Internacional de las Mujeres y Niñas en Ciencia promovido por la UNESCO. En realidad no fue un día para ‘celebrar’ porque, pese a los extraordinarios avances de las ciencias y las tecnologías, en diferentes disciplinas, la ciencia mantiene un estatus sexista.
Las estadísticas reflejan lo dicho: según la UNESCO, el 1% de los PhD del mundo son mujeres. También se sabe que las mujeres dedicadas a la ciencia y las ingenierías llegan al
24% de la fuerza laboral del planeta. De ese 24%, las mujeres científicas están distribuidas así: el 53% en las ciencias sociales; el 51% en las ciencias médicas y biológicas; el 23% en las áreas de computación y matemáticas, y solamente el 13% en las ingenierías. En el caso del Ecuador, el porcentaje de mujeres investigadoras corresponde al 37.4%.
En la otra orilla hay esperanzas: la adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible centrada en la igualdad de género representó una victoria importante para quienes defienden las inversiones y políticas financieras, económicas, ambientales y sociales, incluida ONU Mujeres, ‘porque no es posible un desarrollo sostenible si a la mitad de la humanidad se le sigue negando la plenitud de sus derechos humanos y oportunidades’.
¿PhD para mujeres?
Esta pregunta se hace mucha gente, probablemente imbuida o prejuiciada porque piensa que las mujeres viven exclusivamente para parir, lavar, planchar, cocinar y…servir. Ese tiempo ya pasó; es historia o prehistoria.
El PhD -el máximo título académico conferido por una universidad- no es patrimonio de los hombres. Tampoco la ciencia. Las mujeres no solo tienen derecho como seres humanos a superarse, sino la capacidad para acceder a la formación científica y tecnológica que deseen. Lo grave está en los motivos que muchos hombres esgrimen, para negarles ese derecho: la atención a los hijos y al marido, la función de ‘quehaceres domésticos’, la dependencia económica y más.
No obstante, hay que reconocer la tendencia mundial de las mujeres a educarse; la supremacía real de las mujeres sobre los hombres en cuanto al rendimiento académico, así como el aumento progresivo de mujeres en la población universitaria. Entonces, ¿por qué la disparidad y el discrimen contra las mujeres en el ámbito profesional?
Las estadísticas dicen que ‘en 2012 las mujeres constituían el 34% de la docencia universitaria, el 27% de docentes con nombramiento y el 27.5% de docentes con doctorado’, lo cual revela, según la académica Érika Sylva, dramas invisibilizados de las mujeres, que deberían ser considerados en la reforma de la educación superior.
Un gran salto, pero…
…también subsisten otros problemas: las mujeres científicas ganan menos que los científicos varones, la preferencia en los contratos es menor y los hombres son preferidos en premios y becas de investigación. Los factores que entran juego son complejos, y van desde la discriminación directa hasta la encubierta, casi siempre explicada por estereotipos culturales.
¿Qué debe hacer la sociedad para que más mujeres se eduquen, lleguen a obtener profesiones liberales e incluso trabajar en ciencia?
El gran salto de muchas mujeres valerosas está dado, empero, es necesario imprimir nuevas políticas y estrategias para la educación integral de las mujeres, y fortalecer los caminos de la profesionalización y la investigación científica, las publicaciones indexadas, las patentes inscritas y el dominio de nuevos lenguajes por parte de las mujeres; por ejemplo, que den paso al estudio sistemático de las ciencias duras y no solo las sociales, la informática aplicada, la estadística, la matemática, la física y la química, y los idiomas de las ciencias, donde las mujeres –algunas, no todas- se han atrevido a desafiar al sistema machista y se han dedicado –sin dejar de atender a maridos e hijos- a desarrollar proyectos de investigación científica, participar en foros mundiales donde presentan ponencias, crear y sostener redes de científicas mujeres, y prepararse para una sociedad global cada vez más competitiva.
¿O es que nos hemos olvidado el aporte de incontables mujeres que han aportado y aportan a la ciencia, la tecnología, la economía, la pedagogía, la biología, la química, la literatura y todas las artes?
¡El discrimen contra las mujeres debe terminar!
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