Agricultura y conservación

Cuatro décadas le llevó a Brasil superar la inseguridad alimentaria y proyectarse como gran proveedor global de alimentos. Ahora sus experiencias formarán parte de las pruebas de una iniciativa de científicos y dirigentes que buscan conciliar la agricultura y la conservación de la diversidad biológica.

"A despecho de quienes consideran que la agricultura brasileña es agresiva y destructiva, queremos compartir otra visión para el resto del cinturón tropical, donde están los países más pobres y que padecen gran inseguridad alimentaria", dijo a Tierramérica el presidente de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), Mauricio Lopes.

La red Bridging Agriculture and Conservation (iniciativa para tender puentes entre la agricultura y la conservación) se echó a andar en julio en Río de Janeiro, con especialistas y pensadores mundiales sobre agricultura, conservación y sostenibilidad. Lopes es uno de ellos.

La Fundación Brasileña para el Desarrollo Sustentable (FBDS) y Bioversity International, una entidad de investigación sin fines de lucro que tiene su sede en Roma, crearon esta red. La meta es reunir, a lo largo de dos años, evidencias científicas a partir del trabajo de 25 investigadores de distintos lugares del mundo y presentar a la comunidad internacional y a los gobiernos medidas económicamente viables.

Según Lopes, "Brasil consiguió transformar grandes extensiones de suelos pobres y áridos en áreas fértiles. Esa fue nuestra primera revolución. Después, 'tropicalizamos' los cultivos: trajimos recursos genéticos de diversas partes del mundo y creamos un concepto de agricultura tropical", explicó.

El actual desafío de Brasil es promover una gran revolución integrando sistemas agropecuarios y silvícolas.

"El país todavía tiene 60% de bosques naturales vírgenes, y queremos mantenerlos así, manejándolos de manera inteligente. Ningún país tiene una agricultura que camine de forma tan determinada en la dirección de la sostenibilidad como Brasil", agregó.

Embrapa estima que entre 50 millones y 60 millones de hectáreas de pasturas degradadas -zonas que se ocuparon entre los años 70 y 90- son ahora reincorporadas al proceso productivo con tecnologías de recuperación.

"A casi todos los países africanos en desarrollo se les presentaron soluciones basadas en el modelo clásico de agricultura industrial. Pero la gran mayoría de los agricultores son pequeños, y las respuestas planteadas hasta ahora no tuvieron en cuenta sus necesidades. Ellos siguen siendo pobres", dijo a Tierramérica el exdirector general de Bioversity International, Emile Frison.

No existen "soluciones mágicas" que puedan implementarse en todos lados, lo que se requiere es un nuevo abordaje en el que interactúen científicos y agricultores, opinó.

IPS

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