La bebé solo tenía seis meses. Sí. Los sicarios no vieron nada, atacaron a su madre y en el camino hirieron gravemente a la recién nacida. Dos balas impactaron en su espalda y la tercera lastimó el brazo izquierdo. Su mamá tiene un proyectil en la cabeza. Las dos fueron hospitalizadas. Todo ocurrió la noche del viernes en Quevedo, un cantón de Los Ríos.
Ese mismo día, gatilleros intentaron asesinar con 20 disparos a una pareja que se movilizaba en su vehículo por el norte de Guayaquil. No lo lograron.
Las escenas espeluznan. Son extremas, pero se vuelven comunes en el país. Eso preocupa. Hace apenas once días, un hombre decapitado fue abandonado en una vía transitada del Puerto Principal. Un poco antes, cinco integrantes de una familia aparecieron sin vida. Cuatro fueron degollados (incluida una niña de 2 años) y otro tenía un tiro en la cabeza. Las hipótesis: secuelas de la matanza de 79 presos en las cárceles y peleas entre mafias que se disputan territorios para vender droga.
Las estadísticas sobre muertes violentas van en aumento. 338 crímenes ha soportado Ecuador en dos meses de este año. 109 más que en ese lapso del 2020.
La tasa también se eleva. En el 2015 se reportaban 5,6 casos por 100 000 habitantes. Hoy son 7,70. ¡Increíble!
La autoridad reconoce lo que sucede: “Nos encontramos en un momento crítico, porque las muertes violentas se han incrementado”. Está bien que el ministro de Gobierno, Gabriel Martínez, hable abiertamente de este escenario.
Pero ¿qué sucedió con los 500 policías que a finales del año pasado fueron trasladados a Guayaquil? ¿Siguen allí? Al parecer no. ¿Qué ocurrió con la doble jefatura que se armó para enfrentar la violencia? Pareciera que también se desmanteló, que todo se armó al calor de los hechos. Soluciones momentáneas.
La Policía tiene nueva jefatura, pero las medidas anunciadas, como parte de las soluciones, son viejas. No es novedoso escuchar que se mejorarán los servicios de Inteligencia. Tampoco es la primera vez que se dice que se fortalecerá a las ciudades con mayores problemas con personal que hoy trabaja en zonas que tienen bajos índices delictivos.
Las fuerzas del orden están obligadas a dar protección a sus ciudadanos (artículo 158 de la Constitución).
Es urgente parar a las redes criminales. No permitan que se extiendan y cobren más fuerza de la que tienen. Jefes policiales advierten que luego de la masacre en las prisiones, en Quito también comienza a sentirse la disputa mafiosa, con personas asesinadas de por medio.
El primer crimen en ese contexto se perpetró el 9 de marzo. A plena luz del día y en los exteriores de un centro comercial, un sicario disparó en la cabeza a una persona y terminó con su vida.
11 días después, otro hecho violento. Un armado ingresó al local de comidas y descargó las balas en un comensal.
Otro caso se perpetró en el extremo norte de Quito. Los gatilleros volvieron a actuar. ¿Los agentes ya tienen pistas? ¿Hay avances en la investigación? Bajo el debido proceso, los responsables tienen que comparecer ante la justicia.