Alejandro Ribadeneira, @guapodelabarra
El tercer día del Mundial 2018 será recordado porque Lionel Messi bajó de los altares para ponerse al nivel de los mortales de este mundo. Messi falló un penalti ante un cineasta que, para colmo, admira más a Cristiano Ronaldo que a ‘Lío’. Hay mérito del arquero, pero ese disparo fue a media altura y suave, típico de alguien que apela a la suerte más que al talento: si el meta adivina, lo para; si no, es gol. ¿Messi, dejando el partido a manos de la diosa Fortuna? ¿Messi? El 10 (que muchos consideran le queda grande ese número en la albiceleste) renunció a su divinidad y ahora se lo señala como el gran culpable de este amargo 1-1 con Islandia.
Ya se sabía que Islandia, ese milagroso equipo mitad vikingo mitad amateur, sería el durísimo primer escollo de un equipo eternamente candidato al título, como Argentina. Ya se sabía que los dirigidos por el odontólogo Heimir Hallgrímsson, quien siempre se toma una foto junto a los periodistas con los que habla para recordarlos (como la chica de ‘Amelie’), son defensivos, recios y contragolpeadores. El equipo es un reflejo de la actitud de su gente, que afrontó con dignidad la crisis bancaria del 2008 y echó a su Primer Ministro por tener una cuenta en un paraíso fiscal. Como escribió alguien, subestimar su vocación defensiva era un error, como ocurrió en uno de esos histéricos programas deportivos argentinos, en que se dijo que este partido era fácil, “un entrenamiento de tres puntos”.
Es verdad, eso sí, que el equipo de Jorge Sampaoli estudió adecuadamente al rival. Argentina fue dueña de la pelota y atacó a Islandia con todas sus fuerzas. Argentina pisó el área rival, que llegó a estar poblada hasta por nueve islandeses. Pudo ganar esos tres puntos. Pero Messi falló. El crack transmitió impotencia, una sensación tan humana como la de algunos de sus compañeros. Porque Caballero fue inseguridad, Rojo fue miedo, Meza fue desubicación, Tagliafico fue lentitud y Di María, una mezcla de bronca y frustración.
Croacia derrotó 2-0 a Nigeria con relativa facilidad, con Modric (otro capitán, otro 10, otro que siempre toma la responsabilidad) dando una cátedra de cómo cobrar un penalti. ¿Será que los ajedrezados se clasifican derrotando a una Argentina desconcertada? ¿Será que se repite el hundimiento del 2002?
Pero el desconcierto también se hizo presente en Perú, otro equipo sudamericano que falló ante un rival escandinavo y que desperdició un penalti. ¿Será que el dios Loki, el rey de las travesuras, tuvo que ver? Porque el equipo del técnico Gareca también desplegó su buen trato a la pelota y generó jugadas para cantar gol. Farfán subió de peso con tantos goles que se comió. Dinamarca es similar a Islandia, quizás más profesional pero sus estrellas no son sino una pálida de cracks como Preben Elkjaer Larsen, sino que más bien aguardan en su cueva y resisten al cazador para morder apenas encuentra un espacio.
Perú tuvo el penalti, decretado por el videoarbitraje, para irse al descanso con un gol, pero Christian Cueva tiró el balón por arriba del arco. Cueva es tan humano como Messi y arruinó, a su pesar, el regreso de su país a un Mundial tras 32 años de espera, porque Dinamarca mordió en un contragolpe y ganó 1-0.
Y a propósito de videoarbitraje, el sistema del VAR estuvo muy presente en el triunfo de Francia sobre una luchadora Australia, por 2-1. El VAR le dio un penalti y ayudó a ver un gol en que la pelota apenas si rebasó la línea del arco tras rebotar en el larguero. Este duelo, en que los galos rindieron lejos de las expectativas que genera su plantilla, será recordado por ser el primero de un Mundial en utilizar el VAR. Hoy los videos le dieron justicia al fútbol.