A Innovar

Los artículos tratan sobre hecho noticiosos del ámbito de la economía, emprendimiento y la innovación. Otros artículos del autor: http://bit.ly/pMaldonado Twitter: @pedromal

Pedro Maldonado

Licenciado en Comunicación Social por la Universidad del Azuay. Es periodista desde el año 2000. Colabora con el Grupo EL COMERCIO desde el 2006. Empezó en la regional Cuenca. Hoy es Editor de la Revista Líderes.

Soluciones para el empleo informal

En el año 2018, 46 de cada 100 personas que trabajaban lo hacían en la informalidad, esto es dos personas más que en el año 2017, según las cifras oficiales del INEC.

En esa categoría, cada vez más arraigada en el Ecuador, están aquellas personas que no están registradas, reguladas o protegidas por marcos legales o normativos, según la Organización Internacional de Trabajo. Allí se hallan quienes no cuentan con contratos de empleo, prestaciones laborales, protección social o representación gremial.

El concepto de informalidad, sin embargo, se presta para diferentes interpretaciones. Por ejemplo, un profesional que trabaja de manera externa para una empresa, como un consultor, podría ser incluido en la categoría informal si no tiene un RUC.

También se puede incluir en la informalidad a aquellas personas que trabajan en aplicaciones móviles de entrega de comida o servicios de taxis (aquí la mayoría son jóvenes de 18 a 30 años, con estudios en secundaria y desempleados). Igual , un emprendedor que no está afiliado a la seguridad social estaría expuesto a ser considerado, estadísticamente, un trabajador informal.

Más allá del concepto y sus interpretaciones, el tema merece atención y debate, más cuando se habla cada vez con mayor frecuencia -a escala regional y mundial- de nuevas categorías de empleo. Allí están las personas que trabajan para ‘apps’ de servicios, quienes se desempeñan bajo el concepto de la economía colaborativa, los independientes o ‘freelancers’, entre otros.

Ahora, pensando las maneras de reducir la llamada informalidad, hay que buscar soluciones. La primera puede ser la flexibilidad laboral, aprovechando las ganas que tienen lo jóvenes de sumar ingresos. También está el uso de las nuevas tecnologías que facilitan el trabajo a distancia. Otra opción es el impulso a la formación dual, en donde empresas y academia avanzan de la mano y en consenso. Eso sí, estas y más ideas requieren de un cambio de mentalidad de todos los involucrados.