Ecuatorianos brindan ayuda a los damnificados por necesidades psicológias de afiliación, afinidad y sensación de culpabilidad, así como para reafirmar su identidad nacional. Foto: Archivo/EL COMERCIO
Si fuiste al supermercado días después del terremoto del 16 de abril, seguramente te encontraste con decenas de personas haciendo compras para los damnificados y perchas completamente vacías. Puede que hasta hayas sido tú el que se llevó los últimos 5 paquetes de pañales disponibles en la farmacia, o el que escribió en Facebook “vamos a Pedernales, ¿quién se apunta?” Pero, ¿sabes de dónde viene esa necesidad del ser humano de ayudar a los demás? Esta ola de solidaridad tiene más de una explicación.
La psicologa Ana María Viteri describe comportamiento conocido como necesidad de afiliación. ¿De qué se trata? Seguramente cuando eras pequeño tus papás te dijeron que no dejes a un lado a ese niño de la clase que siempre pasa solo y que lo hagas sentar junto a ti en el comedor. Bueno, pues es básicamente así.
Viteri comenta que todos sentimos que debemos estar rodeados de gente y de tener compañía y apoyo. “Siempre relacionamos a la soledad como algo malo, por lo que tenemos esta necesidad, que es aprendida y nos la inculcan desde niños”, comenta. Por lo tanto, cuando crecemos, es normal que nos sintamos mal cuando veamos a alguien solo o desprotegido. Esto es lo que nos impulsa a ayudar a las otras personas.
Hay otra necesidad psicológica que es llamada afinidad o gregarismo. Se refiere a tener relaciones positivas y de cariño con los demás. Según Viteri, esta necesidad está cubierta con los miembros más cercanos de nuestra familia, pero se pueden expandir en cierta medida también a las personas que no conocemos, como en el caso de los damnificados por el terremoto, por ejemplo.
¿En algún momento pensaste que tal vez esos enlatados que donaste no eran suficientes? ¿O te preguntaste por qué a otras personas perdieron su vida, sus familiares o sus viviendas y tú no? Esto también tiene una explicación. La psicóloga manifiesta que los seres humanos actúan por la sensación de culpabilidad. “Muchos psicólogos estamos trabajando gratis por estas personas (afectadas). ¿Por qué? Porque sino te sientes culpable de que puedes hacer algo pero no lo estás haciendo”.
De seguro tienes algún amigo en Facebook que subió más de veinte fotos en las que sale con una gran sonrisa mientras deposita sus donaciones en los centros de acopio. Bueno, pues mucha gente necesita la aprobación de los demás para sentirse bien, según Viteri. La idea es esta: si ayudar es de buenas personas, entonces ayudo, así los demás sabrán que son una buena persona. A esto se lo llama motivación extrínseca.
Probablemente te habrás preguntado por qué somos tan empáticos con personas que no conocemos. Puede que alguno de ustedes tenga un familiar de la Costa que haya sido afectado por el terremoto, pero ¿qué pasa con el resto de personas? La antropóloga Consuelo Fernández cree que esto puede darse por un comportamiento social que llamamos “comunidad imaginaria”, que tiene que ver con nuestra identidad nacional.
Este concepto fue acuñado por un antropólogo llamado Benedict Anderson y se refiere a que las naciones son comunidades construidas socialmente. Es decir, son las personas las que imaginan al resto del grupo y se sienten parte del mismo. Esto fortalece nuestra identidad nacional. ¿Recuerdas el partido de las eliminatorias en el que Ecuador ganó a Argentina 2-0? De repente, todos los amantes del fútbol nos sentimos orgullosos de ser ecuatorianos sin importar si éramos del Emelec, del Deportivo Quito o de la Liga. Bueno, sucede más o menos lo mismo después de los desastres naturales. Las personas dejan a un lado sus diferencias para responder a algo más grande: su identidad nacional.
Pero, ¿cuál es el límite? ¿Hasta qué punto podemos y debemos estar dispuestos a ayudar? La psicóloga María Alejandra Morales comenta que, muchas veces, nuestra empatía nos hace olvidar hasta dónde llegan nuestras capacidades. Este es el caso de mucho voluntarios que se aventuraron a llegar a las zonas afectadas sin la preparación psicológica necesaria y muchos regresaron con estrés postraumático. Morales comenta que, para que no suceda, es necesario conocernos a nosotros mismos y, sobretodo, saber cuáles son nuestros límites.