¿En Quito no cenan? Esa fue la pregunta que hizo un turista extranjero a Ricardo Sánchez, dueño del Restaurante San Ignacio, ubicado en pleno Paseo de las Siete Cruces. La interrogante fue a propósito de la escasa oferta de lugares abiertos en la noche, en el Centro Histórico.
Una de las opciones en las que trabaja el Municipio para enfrentar las limitadas visitas nocturnas al Casco Colonial es permitir a los restaurantes atender en el espacio público con mesas, sillas y parasoles, en las denominadas terrazas turísticas, y extender su horario de atención.
Esta opción nació como parte del plan de peatonalización de vías en el Centro Histórico.
El Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP) es la entidad que encabeza el proyecto y, según Angélica Arias, su directora, para que esos tramos peatonales se mantengan ocupados, una de las opciones es que los locales de comida y bebidas oferten sus productos en el espacio público.
“Nosotros abrimos hasta las 22:00. Somos los únicos en la García Moreno. Eso lo podemos hacer porque pagamos seguridad privada. Los otros locales cierran tipo 18:00, porque saben que en la noche esto es botado y hay sensación de inseguridad”, dijo Sánchez.
A diario, por el Centro se mueven unas 100 000 personas. Sin embargo, esa cantidad de gente disminuye conforme avanzan la tarde y la noche.
Jacobo Herdoíza, secretario de Territorio, Hábitat y Vivienda explicó que se está desarrollando un plan de seguridad que se implementará en los ejes peatonales para enfrentar la delincuencia.
A la par, la Secretaría afina una resolución que permitirá la firma de convenios de uso de espacio público con los restaurantes que ofrecen comida y bebidas en la zona principal del Centro Histórico.
Herdoíza dijo que la resolución permitirá mobiliario en seis vías peatonalizadas del Centro Histórico: la García Moreno, entre Mejía y 24 de Mayo; Sucre, entre Venezuela y García Moreno; Pasaje Espejo, entre la Venezuela y Flores; en la Plaza Grande, en la esquina de la Espejo y Venezuela; en la calle Chile, entre la Guayaquil y Flores; y en la Junín, entre la Flores y Montúfar.
Habrá dos modalidades, según Herdoíza. La primera es que los locales ubiquen las mesas, sillas y parasoles, con su respectiva división, junto a sus locales. Otra alternativa es que en vías más amplias, como la Sucre, haya una hilera central de mesas en la calzada, con espacio suficiente para que los peatones circulen por ambos lados de las terrazas turísticas.
Por el uso del espacio público, el Municipio fijará regalías con base en la extensión ocupada. Esas regalías se cobrarán anualmente. Además, Herdoíza señaló que el convenio incluirá la responsabilidad de limpieza en el lugar entregado.
En los bajos de la Catedral, en la Plaza Grande, hay siete negocios que atienden en el espacio público. Los parasoles tienen el mismo color.
También son iguales las divisiones hechas con madera y vidrio, en donde se ha sembrado una variedad de plantas ornamentales.
Uno de eses locales es el de Alicia Buenaño. Ella recuerda que hace seis años le hicieron la propuesta de sacar las mesas al espacio público. Funcionarios del Municipio le dijeron que pagaría una regalía pero que eso atraería a la gente. Hoy, todos los negocios que se ubican en los bajos de la Catedral Metropolitana funcionan con esa modalidad.
Esa iniciativa es la que se pretende reproducir en las vías peatonales del Centro Histórico. Sin embargo, Buenaño dijo que para que la medida funcione, las autoridades municipales deberían, a la par, desarrollar planes de control y ayuda a las personas en situación de calle que abundan en la zona.
“Los dueños de los locales debemos estar pendientes de que no incomoden a los turistas. Hay gente que les ayuda y otra que no y eso a veces causa molestias. Se necesita de más seguridad porque también hay personas que aprovechan para arranchar cosas a los turistas”, dijo Buenaño.
El objetivo, según el IMP, es que los locales que ofrezcan sus servicios cumplan con requisitos de calidad para atraer a la gente. Arias comentó que, en principio, se trabajaría con los establecimientos que cuentan con el Distintivo Q, un reconocimiento que entrega Quito Turismo a los locales que siguieron un programa para elevar los parámetros de calidad en atención al cliente.
Los datos de Quito Turismo muestran que en el Centro Histórico, 23 locales cuentan con ese distintivo. En toda la ciudad hay un total de 202.
En promedio, el programa de capacitación para alcanzar el Distintivo Q puede durar ocho meses.
Otro programa para capacitar a los comerciantes del Centro Histórico es En Marcha, a cargo de ConQuito. Aunque este no es exclusivamente para restaurantes, sí permite que los dueños de los negocios de comida se capaciten en cómo gestionar su local de manera más llamativa y responsable, con el objetivo de incrementar la productividad.
Según Alfonso Abdo, director de ConQuito, luego de las capacitaciones los locales tienen un 20% más de productividad. Actualmente se trabaja con 20 establecimientos.