La capacidad de cultivo de flores de Ecuador suma USD 900 millones

Sobre la avenida Eloy Alfaro, en el norte de Quito, hay varios puntos de venta de flores. Foto: EL COMERCIO

Sobre la avenida Eloy Alfaro, en el norte de Quito, hay varios puntos de venta de flores. Foto: EL COMERCIO

Zona de empaque de la florícola Rosas del Corazón, que está ubicada en Machachi. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

Las flores son de los productos más representativos de Ecuador. La mayor parte de lo que se genera en el país se comercializa en el exterior. Para los floricultores vender en el mercado nacional no resulta atractivo, pero la actividad es la fuente de sustento de pequeños productores y comerciantes.

Según cifras de la Asociación de Productores y Exportadores de Flores del Ecuador (Expoflores), la capacidad de cultivo del país ronda los USD 900 millones.

De ese monto, unos 25 millones se quedan en el mercado local. Se trata de mercadería de “reciclaje” (tallos que no pudieron exportarse), explica Alejandro Martínez, presidente de ese gremio.

Esta última representa alrededor del 1% en las ventas de la finca Rosas del Corazón, ubicada en Machachi, en el sur de Pichincha. El resto se expende a Rusia y a otros países.

Orlando Tapia, gerente administrativo de la florícola, señala que producir un tallo cuesta alrededor de USD 0,34 y para venderlo en el país el precio debería ser de entre USD 0,40 y 0,50 por unidad. Es una cantidad que los consumidores internos no están acostumbrados a pagar, ya que se considera costosa, explica.

Con 15 hectáreas de superficie, Rosas del Corazón produjo en el 2019 alrededor de 9 millones de tallos, que se distinguen por ser gruesos y de larga extensión (pueden llegar a medir hasta 150 centímetros). Los botones de las rosas son vo­luminosos, con tonos intensos y pasteles.

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Tres veces por semana (lunes, miércoles y viernes) llegan a la finca clientes que se llevan lo que no pudo exportarse y lo comercializan en diferentes espacios. Para la florícola, el dinero que ingresa por el reciclaje sirve para nutrir la caja chica, cuenta Tapia.

El mercado interno se abastece básicamente de pequeños productores, cuya actividad no está tecnificada. Al haber informalidad en ese sector, no existen cifras que cuantifiquen el impacto económico que provoca.

Un sitio que reúne a este tipo de emprendedores es Nayón, ubicado al nororiente de Pichincha. Desde hace 15 años, Verónica Anaguano arrienda un terreno 700 metros cuadrados en esa zona, donde cultiva rosas, orquídeas, girasoles y otras plantas. La emprendedora tiene dos establecimientos, que también se ubican en esta parroquia, para vender esa producción.

En esta zona existen 180 viveros (para la venta de mercadería y para producción). Cada uno genera en promedio entre USD 1 000 y 2 000 al mes.
La facturación de estos negocios no creció en el 2019 frente al año previo. Los propietarios atribuyen ese resultado al paro de octubre del 2019.

El 90% de la mercadería que se expende en estos establecimientos es de esta localidad y el resto se trae de otros lugares, como Latacunga, Tabacundo, Cayambe o Santo Domingo.

En Ecojardín, también ubicado en la zona, se especializan en la decoración de jardines. Jimena Sotalín, una de las propietarias de este negocio, menciona que la mayoría de productos proviene de esta localidad y una pequeña parte, que no se puede cultivar por el clima específico de la zona, se trae de otras partes del país.

Para la elaboración de un jardín usan plantas que tienen mayor tiempo de vida, como durantas, begonias, escanceles rojos y geranios.

La falta de dinamismo de la economía que se registró el año pasado afectó a las ventas de estos emprendimientos.

En la avenida Eloy Alfaro, en el norte de la capital, se ubica la floristería de Édgar Aimacaña.

El propietario del local asegura que la demanda de flores se redujo considerablemente entre enero y septiembre del año pasado y después del paro la situación empeoró.

Aimacaña vendía, antes de las movilizaciones, entre 25 o 30 ramos de rosas diarios y ahora solo despacha cinco por día. No obstante, los productores y comerciantes esperan que las ventas aumenten por San Valentín, Día de la Mujer y Día de las Madres, las épocas de mayores ventas en el año para este segmento.

Además, Aimacaña prevé que la actividad se reactive también gracias a la tarifa cero en el impuesto al valor agregado (IVA) para flores, follajes y ramas cortadas.

Se trata de una medida que es parte de la Ley de Simplificación y Progresividad Tributaria. El beneficio está en vigencia desde el 1 de enero pasado. El vendedor espera que sus ventas mejoren y se incrementen en 2%.
El tema surgió de una propuesta de Expoflores planteada hace 6 años. Más que un impacto económico, ahorrará tiempo en procesos a los productores y genera liquidez, ya que actualmente pueden pedir la devolución del IVA, pero ese trámite demora, detalló Martínez.

Con este incentivo, que está vigente desde el 1 de enero pasado, se facilitará la compra interna entre exportadores, que ocurre cuando un productor no posee alguna variedad de flor que exige su cliente o no cuenta con el volumen suficiente para atender el pedido, y ante ese vacío adquiere mercadería de un competidor.

Antes, esas transacciones estaban gravadas con tarifa del 12%, que no se podía trasladar a los consumidores internacionales. Esto representaba una carga más a los costos de producción y restaba competitividad.

Con el afán de obtener el mayor provecho, las empresas deben buscar socios que se alineen con sus objetivos y formar alianzas, reflexiona Martínez. La unión estratégica de las florícolas en este sentido dará más dinamismo a los negocios, agregó Álvaro Espinosa, gerente de Agrogana.

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