Los trabajadores coinciden en que las labores como las conocieron antes de la pandemia son muy distintas. El trabajo ya no es el mismo. Foto: Cortesía Nail To Home
Volver a trabajar luego de casi 50 días de confinamiento ha sido una experiencia llena de cambios para las personas que retomaron actividades en la etapa de nueva normalidad, desde el 4 de mayo del 2020.
Los trabajadores coinciden en que las labores como las conocieron antes de la pandemia son muy distintas. El trabajo ya no es el mismo.
En el servicio a domicilio que dan las personas dedicadas al cuidado personal y la belleza se han extremado las medidas de seguridad e higiene.
En el garaje o en la terraza del domicilio del cliente, Ernesto Abarca hace cortes de cabello a caballeros. El barbero, con más de 17 años de experiencia, tuvo que cerrar su local ubicado en Entre Ríos en Samborondón, desde que inició la cuarentena. Ahora, cuenta que trabajar a domicilio fue un cambio completo.
Abarca cuenta que hace el contacto a través de redes sociales y allí, los clientes, le detallan su pedido. “En la llamada o mensaje solicito un espacio abierto para trabajar. Les indico que yo llegaré con un traje antifluidos, gafas, guantes y mascarillas”, dice.
El barbero analiza incluir el pago a través de transferencia bancaria ya que, por el momento, el cobro lo realiza en efectivo.
En redes sociales se han creado comunidades de emprendedoras de la belleza que ofertan servicios puerta a puerta. Como el caso de Nail to Home, de Stefy Jácome.
Jácome explicó que se contacta previamente con los clientes para conocer su situación y asegurarse de que ninguna persona de la vivienda está en cuarentena. Además, se les pide a los clientes que tomen medidas de prevención.
“Sólo el cliente debe encontrarse en el sitio donde se va a ofrecer el servicio de manicure y por lo general se solicita un espacio abierto”, cuenta la emprendedora.
Ella añadió que no debe existir ningún contacto físico entre la profesional y las personas que se encuentren en la vivienda. “Llevamos todo el menaje al domicilio y nosotras vamos equipadas con todo, incluso con visores”, detalla Jácome.
El sector de la construcción es otro rubro que se reactivó esta semana. Lucía trabaja en el área administrativa de una empresa constructora autorizada para ejecutar proyectos, como parte del plan piloto. Ella cuenta que en el primer día de retorno parcial de actividades, se dedicó la mayor parte del tiempo a obtener los salvoconductos para que el personal de obra se movilice sin inconvenientes, pero encontró dificultades porque existen dudas sobre la cobertura y aplicación.
Llamó varias veces al número de contacto del Ministerio de Gobierno, pero nunca le atendieron.
Lucía cuenta que un grupo de 10 obreros fue el primero en incorporarse. “A todo el personal se lo dotó de todos equipos de protección personal (EPP), siguiendo los protocolos de bioseguridad autorizados por el COE”, comenta.
Durante el transcurso de la jornada cuenta que notó que los obreros tenían cierta incomodidad con los equipos de protección, por su uso prolongado. Por ejemplo, respirar por las mascarillas humedecía los lentes de protección. Por ello, cada día se evaluará cómo se sienten los obreros con los insumos de protección, a fin de determinar si es necesario adquirir otro tipo de materiales que sean más cómodos, comentó.
La empresa constructora en la que labora Lucía operará entre las 08:00 y 14:00. Estos primeros días de reactivación serán útiles para estudiar todo lo que requiere el negocio y los trabajadores, ya que se percataron que en el caso de los empleados deberán llevar consigo una serie de documentos que certifiquen su condición laboral.
Oswaldo labora en un establecimiento que vende materiales de construcción en Quito. Él cuenta que esta semana la empresa se reactivó y aunque pensó que solo haría despachos para ventas en línea, al llegar al local le dijeron que también haría ventas directas.
“Son pocos empleados en el local y tengo miedo que haya aglomeraciones, porque el sitio no es tan ventilado. Además, no todos los clientes van con mascarilla y guantes”, se lamenta.
A las labores habituales de su trabajo como vendedor, ahora debe realizar la desinfección y toma de temperatura. Él cree que faltan protocolos e implementos en el local para hacer este tipo de actividades.
Oswaldo teme contagiarse, tiene tres hijos pequeños en casa, y cuenta que quisiera negarse a ir al trabajo porque no se siente seguro, pero sabe que si lo hace perderá el empleo. También le preocupa que el covid-19 no está catalogado como enfermedad laboral. “Me siento desamparado. He pensado en renunciar, pero no tengo otra opción de ingresos“.
Él mismo llevó alcohol pasa desinfectarse las manos y está pensando en adquirir un traje o un visor, la empresa solo le dio guantes y mascarilla, pese a que estará en contacto con clientes hasta el mediodía todos los días.
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