Han pasado poco más de 17 años desde la última vez que Leonardo Guañuna abrazó el cuerpo sin vida de su hijo, Paúl, en el fondo de una quebrada de Zámbiza, parroquia del norte de Quito.
Paúl fue la tarde del 6 de enero del 2007 a un concierto de hip-hop y al regresar a casa con un grupo de amigos, uno de ellos escribió en una pared “mapas”, entendido como un diminutivo de “mapagüiras”, que en kichwa significa manteca sucia.
Los vecinos al ver que escribían en una pared llamaron a la Policía. Una patrulla llegó al sitio: de los tres amigos que se encontraban ahí, dos salieron corriendo pero el más joven, de 14 años, se quedó impávido y fue subido al patrullero. Él contó que lo golpearon, le tiraron gas pimienta y le robaron su billetera y celular. Más adelante los uniformados encontraron a Paúl y también lo subieron al vehículo.
En el trayecto, el menor de 14 años fue liberado, pero retuvieron a Paúl. Fue la última vez que se lo vio con vida.
Al día siguiente, 7 de enero del 2007, su cuerpo fue hallado en el lecho de un río de la quebrada de Zámbiza con un hundimiento en su cráneo y signos de quemaduras en su mano, presumiblemente de cigarrillo.
Tras una intensa lucha judicial, tres policías fueron sentenciados a 20 años de cárcel por la muerte de Paúl Guañuna. Pero a la final solo pagaron una condena de dos años antes de salir libres.
La memoria de un padre
Leonardo ahora tiene 65 años y usa unos pequeños lentes rectangulares. Su casa está anidada en el corazón de Zámbiza y en las paredes de su amplia sala cuelgan los recuerdos de Paúl, vistiendo el uniforme de su colegio, el Central Técnico. También hay fotos de sus otros dos hijos y de su esposa.
En el medio de la sala hay un mueble, como una especie de altar, en donde reposa un cuadro de la Virgen María, acompañada por otras figuritas religiosas. Él nos invita a tomar asiento en uno de los sillones.
¿Qué recuerda del día en que encontraron a su hijo sin vida?
La noche del 6 de enero, como no llegó a casa, yo ya le estaba buscando. Yo ya tenía un presentimiento o una preocupación. Usted sabe que como padres siempre estamos pendientes de la llegada de nuestros hijos. Me fui por El Inca, Llano Chico, Cocotóg. Pero no me imaginaba que había pasado nada de esto.
¿Y a la mañana siguiente?
También salí a buscarle. A eso de las 11:00 una hermana me dice que en el puente de Zámbiza hay gente. Entonces yo me desesperé porque me imaginé lo peor. Fui rápido y me asomé por las varandas pero no se veía nada. Cuando bajé a la quebrada reconocí que era mi hijo. Ahí estaban dos policías y me dijeron que no le tope, yo cogí y le levanté la cabecita porque estaba en unas aguas servidas y le puse una botella como almohada. Yo estaba indignado pero aún no sabía que en esto estaba involucrada la Policía.
¿Cómo fue el momento en que encontró a su hijo en la quebrada?
Para mí fue una escena (se toma unos segundos antes de continuar)… de horror, dolor, no alcanzaba a entender las cosas. Para mí fue completamente duro y doloroso (su voz ronca intenta no quebrarse). En la quebrada yo gritaba, lloraba y me preguntaba ¿por qué mi hijo?
¿Cómo fue su lucha para que se haga justicia?
El juicio en un inicio estaba en el Distrito Judicial de la Policía. Ellos decían que como son miembros de la institución tienen que ser juzgados por la Policía y no por el fuero ordinario. Nosotros peleamos como casi cuatro meses para que el juicio salga al fuero ordinario.
¿Querían que la Policía juzgue a la Policía?
Exactamente. Por eso decían que hay un espíritu de cuerpo.
¿Cómo fue llevar una lucha judicial por tantos años?
Prácticamente la fuerza me la dio mi hijo. Yo no iba a permitir que este crimen quede en la impunidad. También siempre ha habido el respaldo de la familia, mis vecinos, amigos y público en general. Nos apoyaban haciendo parrilladas para sacar fondos. Usted sabe que entrar a un juicio no es de un mes, dos meses. Vea yo cuánto tiempo me he aguantado estar en este proceso, entonces es duro.
¿Cree que esta lucha terminó?
Terminar, no. Imagínese que el Tribunal les dio 20 años de cárcel. Eso era lo que se debía mantener en la justicia. Pero el caso pasó a la Corte Nacional de Justicia. También nos dejaron en indefensión porque me dicen que los policías estaban en audiencia y a nosotros no nos comunicaron. De los 20 años lo bajaron a 9 y luego salieron sin cumplir ni 3 años de cárcel.
¿Qué piensa del sistema de justicia ecuatoriano?
Yo he luchado para que la muerte de Paúl Alejandro Guañuna Sanguña quede como un caso emblemático para que no se repitan estas atrocidades. Que no existan padres, madres, hermanos llorando por un ser querido que desaparezca así porque sí, porque es duro…
Yo me iba a la Policía a decirles que estas cosas no deben suceder. Yo me fui a hablar con el comandante general de aquí de la UVC (Unidad de Vigilancia Comunitaria)y manifestaba que siente mucho lo que sucedió. Pero que ellos están tratando de fomentar otro tipo de accionar de la Policía, de que no se vuelvan a suscitar estas cosas, pero usted ve que sigue igual entonces no hay un cambio.
¿Qué piensa de la Policía?
La doctora Elsa Moreno, que era la fiscal, ella manifestó que la Policía está llamada a velar por la seguridad y proteger a un menor de edad. Si a un menor de edad no le protegen qué se puede esperar uno como adulto. Los policías tienen que tener vocación por lo que hacen, lo que a uno le gusta y no entrar por un sueldo. No hay justicia en el país o no hay seguridad para nosotros.
¿Cómo ha sido vivir sin Paúl durante 17 años?
Le diré la verdad, es muy duro, muy duro y doloroso pero uno muchas veces tiene que sacar fuerzas de donde no tiene y armarse de valor para seguir adelante porque a la final me queda mi esposa y tengo dos hijos más.
Paúl ha sido mi referente de lucha porque no se pueden quedar así las cosas. Sobre todo para que cambie este sistema obsoleto que hay en la Policía. Imagínese tener una prepotencia de coger y tratar mal a cualquiera yo no estoy de acuerdo en eso.
¿Cómo le gustaría que se lo recuerde a Paúl?
Yo nunca me olvido del altar que le puse en el puente de Zámbiza. Ahí está la foto de él y siempre voy, nunca me olvido, estoy constantemente ahí. Antes bajaba a la quebrada pero igual es bien duro y difícil de bajarse, por derrumbes… ya no he entrado tiempos a la quebrada. Pero yo voy constantemente al altar, no me importaba la hora, haya tormenta, esté lloviendo no esté lloviendo, sea de día sea de noche. Era un dolor inimaginable perder un hijo así.
Cuando yo bajaba a Zámbiza vi la foto de Paúl y estaba con flores
Pero no es solo que uno va y pone y los policías aceptaban. No. Yo he tenido cuántas situaciones. Por ejemplo ponía la foto de Paúl, una vez cogieron y se llevaron, me dijeron que era un patrullero. Me iba a reclamar pero decían que ellos no eran. Una vez una noche habían puesto una bomba casera de zhumir para explotar la frase que decía ‘policías asesinos’. Les dolía porque era la verdad pero yo tampoco me quedaba ahí. Sabía que iban a tratar de hacerme cansar pero yo no iba a desmayar en este caso. La vida de un hijo no se puede perder así porque sí. Eso es lo que me ha llenado de fortaleza para seguir luchando.
La muerte de Paúl Guañuna y la lucha de su padre está plasmada en un documental llamado ‘Guañuna’ del director David Lasso. Este 12 de enero del 2022 los habitantes de Zámbiza se reunirán para verla y recordar a Paúl, que como dice su padre es un “símbolo del mal accionar policial”, el cual espera no se repita con otra familia.
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