Nelsa Curbelo ha trabajado por más de tres décadas en favor de los derechos humanos de indígenas, mujeres, niños
y jóvenes.
Fundadora, junto con el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, del Servicio de Paz y Justicia en el Ecuador. Lideró los procesos de paz de las pandillas en Ecuador. Es autora del libro ‘Aprender en el conflicto’.
¿Cuál es el estado actual del proceso de paz en las cárceles del país?
La pacificación es un proceso largo y complejo que requiere etapas. Se necesitan diálogos entre las partes enfrentadas y esas condiciones no están dadas, porque hay muchas sospechas de unos a otros y porque ponen condiciones casi imposibles de cumplir. Y también, al final ponían condiciones al propio Estado. Entonces, ahí las cosas se complicaban.
¿Es posible una tregua?
Esa fue la segunda propuesta que tuvimos. La idea es que las partes digan paramos y después que paran empiezan a trabajar los acuerdos, pero tampoco hay condiciones para la tregua. No confían en la palabra del otro. Es decir, si yo digo ya no voy a utilizar ni voy a enfrentar con armas, el otro también debe cumplir. Como se siguen dando enfrentamientos, la tregua no se puede dar.
¿Cómo se puede pacificar?
Yo diría que hay que buscar elementos que contribuyen a que la paz se pueda realizar. Y esto tiene que ver con las condiciones en recintos carcelarios y tiene que ver con las relaciones que se mantienen con las personas que están fuera de la cárcel y con la sociedad entera. Por ese lado, la Comisión empezó a hacer propuestas que se están profundizando y se está llegando a acuerdos.
¿Como cuáles?
El hacinamiento. El Gobierno ha dicho que va a reducir la población penitenciaria. Para que esto se pueda lograr hay que hacer un censo. Esto parece fácil, pero no lo es. El censo supone que se pueda conocer el nombre, cuál fue la pena, cuál fue el delito, qué condiciones de salud tiene, qué edad. Es decir, todos los elementos que permitan que esta persona privada de la libertad sea ubicada en el espacio que debe estar.
¿Con cuántos cabecillas de bandas han dialogado?
Hemos entrevistado a los líderes de todas las organizaciones de los centros carcelarios. Alrededor de 21 personas. Las hemos entrevistado por mucho tiempo, incluso horas. Lo que pasa es que cada uno tiene exigencias que quiere que el otro grupo respete, pero los otros no están dispuestos.
¿Cuáles son esos tipos de requerimientos?
Las negociaciones son confidenciales, pero tienen que ver con la manera de cómo se tratan, con la presencia de tal o cual líder en un recinto penitenciario, tiene que ver con los traslados. Si usted saca a un líder a otro lugar porque es muy peligroso y va a estar en minoría, tiene garantizada una guerra en la calle.
¿Exigencias para el Estado?
El Estado todavía no está presente en los centros carcelarios. Está presente en los anillos externos, está presente en algunas etapas, pero no está en todas. Los pabellones dependen de quién está al mando. Alguien, en un pabellón, puede paralizar una cárcel. Lo puede hacer si estima que se han tomado medidas en contra de sus intereses. Es muy complicado que el Estado pueda impedir que esto ocurra. (Las bandas) tienen un poder real.
Pero, ¿ha funcionado la presencia de militares?
Ese anillo exterior produce respeto de parte de los internos. De hecho, que los militares estén no fue una demanda solo del Gobierno y de la ciudadanía, también fue de los mismos internos, que decían que eso les impide enfrentarse. Saben que el factor respuesta es casi inmediato.
¿Inteligencia tendría que trabajar para recuperar los espacios dentro de la cárcel?
No solo Inteligencia, insisto, parte de la cárcel tiene que ver con bajar hacinamiento, crear fuentes de trabajo, tener acceso a la educación, tener posibilidad de salud, no tienen medicinas. La paz no es solo no matarse, ni parar el enfrentamiento de armas. La paz es construir equidad y justicia interna y a partir de eso puede ser que no se enfrenten.
Y, ¿la entrega de armas por parte de los detenidos es necesaria?
La entrega de armas no es el comienzo de un proceso, es un símbolo. Y los símbolos son buenos porque muestran un cambio, pero no son la realidad. Con las pandillas, en su momento, hubo entrega de armas, pero recuerdo que los grupos decían si estos entregan tantas armas quiere decir que tienen muchas más. Desconfiaban. Nadie creyó que hayan entregado todas las armas.
En el país, ¿cuántas personas están sometidas o están dentro de estas bandas?
Es medio complicado que podamos constatarlo en una población que supera los 35 000 habitantes. Además, los integrantes están dentro y fuera de las cárceles. El problema es que si usted toca a los de adentro le van a responder los de afuera. Es una red y hay que tener cuidado por cuál lado se rompe. Y esto no es solo en una región, es en todo el país.