En los alrededores de los pabellones de mínima y máxima seguridad hay pequeños coches con ropa diseccionada y manchada de sangre.
La vía principal de acceso que antes rompe una curva en bajada luce vacía y silenciosa. En una esquina, un grupo de guías penitenciarios miran al grupo de equipos tácticos de la Policía que acaban de ingresar para constatar que todo esté en orden. A la derecha del trayecto está el taller de ebanistería que llama la atención porque tiene un gran hueco en una de sus paredes.
El jefe de Operaciones de la Policía Nacional, Geovanny Ponce, dice que los presos destruyeron esa infraestructura porque fueron en busca de las armas blancas que utilizaron durante el amotinamiento del último lunes y que dejó un saldo de 44 muertos y 10 heridos.
Cuando entraron al taller obtuvieron objetos filosos y herramientas que emplearon para atacarse entre sí en el pabellón de máxima seguridad de la cárcel Bellavista de Santo Domingo. Este complejo, que acoge a los reos de mayor peligrosidad, ayer, estaba completamente copado por huellas de humo y sangre. Un olor enrarecido se percibió a pocos metros de distancia.
El perímetro aledaño a la cárcel está rodeado de militares, que también siguen buscando indicios para recapturar a los privados de su libertad que se fugaron. Los uniformados permanecen en medio de la maleza y alrededor de los huertos que en algún momento sirvieron para la siembra de maíz. Las huellas de los pies malograron las plantas, pues los reclusos que se fugaron tomaron esa dirección para escapar mientras ocurrían los hechos violentos. Las escaladas en las paredes dotadas de hierros filantes fueron evadidas por esos presos.
La Policía informó que hasta ayer 200 personas fueron recapturadas y faltaban 20 de aprehender. Mientras la calma se ha retomado en la cárcel, a unos 20 minutos del presidio las escenas de dolor y llanto no paraban.
Se trata de los familiares de los 44 muertos que llegaron al Centro Forense para retirar los cuerpos de sus parientes. Bajo carpas y en medio de una decena de carros oficiales y de ministerios, ellos aguardaban para ingresar a reconocer los cadáveres.
La puerta de hierro de la entidad forense se convirtió a ratos en un buzón de quejas, debido a las demoras en las diligencias de reconocimiento. Un grupo de ciudadanos protestó muy temprano porque no les entregaban de inmediato a sus familiares. Algunos esperaban desde la noche anterior para recibir información e incluso la lista con las identidades.
Mónica Cedeño estuvo desde la noche del lunes en el lugar y recién a las 14:30 pudo recibir el cuerpo de su pariente. Lo retiró en una camioneta que trasladó el féretro hasta Quinindé, en Esmeraldas. Unos 15 cuerpos fueron entregados hasta la tarde de ayer.
De los 44 muertos en la reyerta, sólo tres no han sido reconocidos. En la lista, a la que accedió este Diario, se observa la palabra “no se encuentra en la base de datos”. Se trataría de los cuerpos que fueron desmembrados y cuya identificación necesita de una mayor indagación. En la lista hay dos ciudadanos de Venezuela y el resto son ecuatorianos.
La Dinasep recopilaba información para cruzar las identidades de las víctimas con los procesos judiciales que tenían en su contra. La idea es facilitar a la Justicia esa información para que los expedientes se archiven una vez que se ha comprobado el deceso de los sentenciados.
Un detonante cerca de cárcel
La Policía equina constató ayer la existencia de una funda con tacos de dinamita en un puente de acceso a la cárcel Bellavista. Equipos de la unidad antiexplosivos llegó al sitio y desactivó los artefactos de fabricación artesanal y dotados de tachuelas y clavos.
El Gobierno habilitó un sistema de recompensas para quienes den información confiable sobre los reos fugados. La entidad dijo que ofrecerá entre USD 500 y USD 3 000. Los datos pueden ser proporcionados a la línea 1 800 Delitos.