Las pensiones alimenticias suman anualmente 500 millones de dólares en Ecuador. Son recursos que alcanzarían para construir dos veces un proyecto hidroeléctrico como el de Manduriacu o también para financiar más del 90% del subsidio al gas de este 2015, salvo que no son recursos del Estado y su destino es un bien superior: los niños y adolescentes, hijos de padres separados.
El Reglamento del Sistema Integral de Pensiones Alimenticias de la Función Judicial, vigente desde el 14 de septiembre, es una evolución en ese sentido: elimina la mediación burocrática en el pago a 600 000 beneficiarios e identifica a los padres morosos.
La normativa prevé la aplicación obligatoria, en toda judicatura, de un sistema informático (SUPA), para liberar a los jueces y pagadores del trámite. Por ejemplo, los últimos gestionaban manualmente plata en efectivo, ahora solo registrarán en el sistema digital las pensiones fijadas por los jueces, pero serán responsables en caso de manipulación.
Si los padres laboran en el Estado, el Ministerio de Finanzas y el Banco Central recaudarán los valores con retenciones. Los padres fuera del Estado podrán ser descontados vía rol o depositar en bancos. Al final del día, todo lo recaudado será transferido a la cuenta del Consejo de la Judicatura en el Central, para el pago a los beneficiarios a través de bancos. ¿Tanto dinero privado pasará por una cuenta pública?
¿Se dispararán las sanciones? La Judicatura contará con una base de datos de quiénes pagan y quiénes no. No, no hay lugar para victimizarse. Los juzgados tramitan 10 490 juicios por pensiones atrasadas y 6 888 por paternidad. No hay lugar para esa irresponsabilidad. El Código de la Niñez dispone igual la prisión a quien incumple dos pagos, como el acuerdo.
Y si alguien se siente cajero de banco no es por la tabla de pensiones (se regula cada año con la inflación) ni por normas, sino porque ha renunciado a su tarea, la de padre. ¿Dónde deja el desarrollo integral de los niños? ¿Y la identidad, no solo el apellido, sino el bagaje familiar? ¿Y el cuidado? No se requiere de Ley para sembrar en un hijo estabilidad emocional.