En agosto pasado, al Hospital de Riobamba llegaron 27 personas heridas luego del volcamiento de un autobús. Archivo / EL COMERCIO
Tres días después del siniestro en la vía Cuenca-Loja, los médicos anunciaban la muerte de Kerly, una niña de 9 años. Con ese deceso, el accidente de un bus de la Cooperativa Viajeros dejó 12 muertos el primer día de septiembre.
Kerly estaba en el área de Terapia Intensiva del Hospital del IESS, en Cuenca. Pero tuvo dos hemorragias y falleció.
En abril ocurrió algo similar. Danna dejó de existir en el hospital pediátrico Baca Ortiz, dos días después del accidente reportado el 31 de marzo en la vía El Carmen-Pedernales.
La niña había cumplido 6 años y en ese percance también murió su padre, el médico Cristian Moscoso.
Los socorristas dicen que es usual que el número de víctimas suba después de un accidente. Esto ocurre porque el paciente ingresa a emergencias con contusiones en la cabeza, huesos incrustados en pulmones, golpes severos en el cuerpo o amputaciones que provocan sangrados extremos y posteriormente la muerte.
Kevin Vélez perdió la vida 18 días después de haberse estrellado en Puerto Limón, una parroquia de Santo Domingo de los Tsáchilas. Luego de lo sucedido, su padre se trasladó con él a una clínica de Quito.
Pero regresaba todos los días a Santo Domingo para ver a su esposa y a su segundo hijo. El dinero empezó a escasear. Pagaba pasajes de buses, medicina, comida… Los USD 5 000 que logró recolectar entre los familiares le ayudaron a solventar las necesidades, pero ahora tiene que devolver todo.
Al menos 900 personas mueren cada año, luego de quedar lesionadas y no poder superar las fracturas crónicas.
En el 2016, la Agencia Nacional de Tránsito (ANT) reportó 1 967 decesos en el país.
Pero en esa cifra solo constan las pérdidas humanas detectadas en el sitio del siniestro.
El INEC, en cambio, actualiza los datos a diciembre del siguiente año. Por eso, en el 2016 contabilizó 2 938 casos.
En el 2017, la ANT dijo que 2 153 personas murieron en las vías y el dato provisional del INEC dice que ya son 3 017.
En noviembre del año pasado, Ángel Ramírez murió 42 días después de que se estrellara con un automóvil.
El pasado viernes, su esposa Martha Ojedis recordó que Ramírez llegaba siempre a la merienda y conversaba con sus hijos, de 16 y 25 años.
Las hermanas del fallecido cubrieron gastos hospitalarios y el funeral. Ahora esperan cobrar USD 5 000 que el Sppat (Servicio Público para Pago por Accidentes de Tránsito) cancela por fallecimiento.
En caso de lesiones que terminan en muerte, este seguro cubre USD 3 000 por gastos hospitalarios y USD 5 000 por fallecimiento y gastos funerarios de las víctimas.
Entre enero y el pasado jueves, el Sppat pagó USD 10 millones a los familiares de quienes perdieron la vida en las carreteras y USD 5,4 millones por gastos en servicios médicos.
A los familiares de Ruth Cevallos les cubrió la póliza de fallecimiento. Su muerte ocurrió el 22 de julio del 2016, cuando fue embestida por un auto.
Los paramédicos la trasladaron a un hospital de Quito y allí los doctores detectaron un traumatismo en el cerebro. Ese cuadro la mantuvo en terapia intensiva por 42 días.
Los médicos alertaron sobre una posible ceguera o pérdida de la audición si sobrevivía.
Pero en septiembre de ese año, los galenos confirmaron que había perdido los signos vitales. María José Cevallos, su hija, trabajaba como su asistente en un estudio jurídico.
Tras el hecho, cerraron la oficina y desde entonces la hija vende artículos por Internet.
Los familiares quieren que esos hechos violentos paren.
La denominada Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la OMS apunta a reducir a la mitad el número de defunciones y lesiones por percances viales. En Ecuador hay esa misma intención.
Pero Pacto Vial, la mayor iniciativa firmada el año pasado, no tiene presupuesto, su trabajo está retrasado y los hechos violentos continúan.
A las 13:40 del 17 de febrero del año pasado, Luis Bravo, de 35 años, sufrió una fractura en el cráneo producto de un accidente de tránsito en Quito. Falleció tres días después.
Algo similar ocurrió en La Argelia Baja, un barrio del sur de Quito. Allí, José Caillagua fue golpeado por un auto.
El accidente le produjo un trauma cráneo-encefálico que le quitó la vida tres días después del accidente. Los médicos dijeron que la falta de atención médica temprana causó la muerte del hombre de 70 años.
Los familiares del adulto mayor dicen que pasó cerca de seis horas sin recibir atención especializada y por eso se produjo su fallecimiento.