Fuera del Fernández Madrid, en Quito, padres hacen turnos como brigadistas. Foto: Victor Muñoz / EL COMERCIO
Antes de las 13:30, Ana Cabezas ya espera que Leonardo, su hijo de 7 años, salga de clases. Aguarda en el portón unos 15 minutos, como otros padres de familia que se encargan de dejar y retirar a los chicos de escuelas y colegios.
Aunque esa opción no la tienen los padres de familia que deben trabajar fuera de casa. Por lo que abuelos y otros parientes, así como cuidadores contratados, asumen esa tarea. Otros pagan por el servicio de transporte escolar.
Los establecimientos educativos están obligados a resguardar la seguridad física del alumno desde el inicio hasta el final de la jornada escolar.
Así lo determina el Acuerdo Ministerial Mineduc-mineduc-2018-00030-A, de marzo de este año. Trae un instructivo para el ingreso, salida y registro de representantes legales o acompañantes del alumno. También, para el traslado de estudiantes que participan en eventos deportivos o culturales, entre otros. Y en caso de accidentes o desastres.
Ana madruga para dejar a Leonardo en la Unidad Santa María Eufrasia, en el norte de Quito. Siempre lleva a su hijo menor, de un año, en brazos. “Esa es mi rutina todos los días”, dice. También, intenta que otros no se encarguen de esa tarea, a menos que se presente un contratiempo. Entonces la ayuda su cuñada.
A esta madre le preocupa la vulnerabilidad de los niños, que están expuestos a peligros como robos, peleas, acoso y secuestros, cuando no están con sus padres o maestros. A su hijo le ha enseñado que no debe hablar con desconocidos ni recibir nada de quien no conoce, menos irse con otra persona, a menos que se trate de su tía.
En el Eufrasia, como en otros planteles de Quito, al inicio del año lectivo a los padres de familia se les compromete a llenar y firmar un documento.
Ahí deben detallar el nombre de las personas autorizadas a retirar al estudiante y adjuntar un copia de sus documentos de identidad. Eso les permite tener la seguridad de que el estudiante se irá solo con su representante legal o con personas de confianza.
Así lo explica Martha Trujillo, inspectora general de ese centro. Recalca que en caso de que el representante no pueda acudir, debe enviar con anticipación otra autorización.
Al final de las clases, en los planteles los docentes tutores deben organizar a sus estudiantes de preescolar y primaria. En una fila ubican a quienes son retirados por padres o encargados y, en otra, a los que viajan en el transporte escolar. Y confirman que no falte nadie de ese ciclo ni de secundaria.
El año lectivo 2018- 2019 empezó hace casi un mes. Y en grupos de WhatsApp de padres circulan alertas en audio sobre supuestos robos a niños, así como videos con canciones sobre qué hacer si un desconocido se acerca a un niño.
Cristina Tapia, psicóloga educativa de Crecemos, señala que hay una línea delgada entre alertar al niño y asustarlo con recomendaciones. Pide ser claros con ellos sobre quiénes pueden retirarlos, recordarles que es imposible dejar que un extraño vaya por él a la escuela. “Dígale que son medidas de seguridad”.
La inspectora del Eufrasia confirmó que han percibido más inquietud de los padres en cuanto a la seguridad de sus hijos por los rumores que se oyen. Les han recordado las medidas que toman a diario.
En instituciones municipales, los padres se han involucrado mucho más para evitar posibles robos, venta de droga y todo tipo de violencia a la que están expuestos sus hijos al salir de clases.
En el Fernández Madrid, por turnos, cuatro madres y padres integran una brigada. Usan chalecos, llevan un silbato y llenan fichas con observaciones. Tratan de ubicar a sospechosos, están pendientes de quienes se acercan a los muchachos e informan si se producen incidentes.
Martha Zurita, del Departamento de Consejería Estudiantil, señala que los padres juegan un rol muy importante en la prevención.
Pedro Fernández, secretario de Educación del Municipio, contó que también educan a los muchachos a través de charlas. Les enseñan cómo reaccionar si alguien los molesta y si están siendo perseguidos, les indican cuáles son los sitios seguros de esa zona.
Los padres brigadistas se ubican en puntos estratégicos a la hora de ingreso, de 06:30 a 07:30, y a la salida, de 12:20 a 13:30. Incluso durante el recreo, de 09:00 a 10:20.
Alejandro Alulema, de 15 años, se siente más tranquilo al ver a padres de familia pendientes de ellos. Pero dice que le gustaría observar más policías en los alrededores del colegio, más que nada a la salida.
En el instructivo del Ministerio se establece que los planteles deben implementar estrategias operativas y tecnológicas para evitar que los estudiantes permanezcan fuera de las instalaciones cuando termina la jornada. También para controlar el ingreso de personas externas, que debe registrarse en una bitácora.
No olvide
Enseñe a sus hijos a decir no a invitaciones a tomar helados, subir a autos o recibir regalos de personas extrañas.
Conversecon el niño sobre las historias que inventan desconocidos: “tu padre se accidentó, me pidió cuidarte”.
En una hoja escriba con su hijo los nombres de quienes pueden ir por él a la escuela. Repítale que nadie más lo hará.
Recuérdele qué puede hacer si se siente en peligro: gritar, pedir ayuda a otra madre de familia, volver a la escuela.