Antes de iniciar la jornada del domingo, un par de trabajadores fueron sorprendidos por personas armadas que ingresaron al local y se llevaron todo lo que pudieron.
Entre computadoras, celulares y efectivo, el robo oscila los USD 8 000. Además, un joven fue golpeado y amenazado.
Ocurrió el domingo 8 de enero, alrededor de las 08:00 frente al parque central de Chillogallo. No es la primera vez que ocurre.
Doris Astudillo, administradora del local comercial, cuenta que hace un mes ya pasaron por algo similar. Hombres armados ingresaron de manera violenta y robaron a plena luz del día.
En esta ocasión llamaron a la Policía y recibieron auxilio rápidamente. Pero los desconocidos fueron más rápidos y lograron escapar.
A unos pocos metros hay una cámara del ECU 911. Sin embargo, “los policías mismos me dijeron que no funciona” y hay que buscar otras cámaras para ver lo qué pasó, precisa la mujer.
Ahora analizan tomar nuevas medidas de seguridad para hacer frente a la delincuencia. No son los únicos, ya que otros comercios han pasado por igual problema y han sido amenazados.
El temor a represalias ha hecho que dejen de lado la organización comunitaria.
Para Omar Manobanda, miembro del comité de seguridad, es imprescindible la participación de los vecinos. “Hasta que no nos pasa no nos unimos a trabajar por el barrio”, lamenta.
El problema principal de Chillogallo es su extensión, asegura. Son 72 los barrios que conforman esa parroquia.
Y la Policía “no se da abasto”. Manobanda explica que solo cuentan con una Unidad de Policía Comunitaria (UPC).
Entonces, en caso de una emergencia no siempre llegan. A eso se suma otra dificultad: la delimitación de la parroquia; por lo que han quedado con una UPC menos.
Las brigadas barriales
En algunos sectores de Chillogallo los vecinos se han organizado para “patrullar” por su cuenta. En grupos salen un par de veces por semana.
Manobanda cree que eso ha dado buenos resultados. “Lo que deben saber los delincuentes es que nos estamos organizando”, enfatiza.
También están trabajando en comprar alarmas comunitarias con sus propios recursos. Aunque existen los estudios técnicos para que el Municipio les entregue los dispositivos, eso no ha ocurrido.
Los vecinos no pueden esperar más. Dicen que finalmente el beneficio es para ellos y no se quedarán de brazos cruzados.
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