Ruth Hidalgo, decana de Ciencias Políticas de la UDLA. Foto: archivo / EL COMERCIO
Entrevista a Ruth Hidalgo, decana de Ciencias Políticas de la UDLA
Se nombró el cuarto vicepresidente, ¿es resultado de una crisis política?
Vivimos a una crisis compleja. El mismo hecho de tener que hablar de un cuarto vicepresidente muestra una debilidad. Acordémonos que, de los vicepresidentes, uno está preso, la segunda está encausada penalmente por un hecho de corrupción, y el tercero decide abandonar el barco por aspiraciones electorales a 10 meses de finalizar el Gobierno. Entonces, eso coloca al Gobierno en un estado de debilidad bastante grande.
¿Y por qué se da eso?
Si bien a Lenín Moreno hay que reconocerle cosas como la libertad de expresión, más allá de eso, el manejo político ha adolecido de operadores políticos válidos, y eso le ha pasado una factura política tremenda. Ellos son importantes, porque suelen ser el puente con el Legislativo, la sociedad civil y el sector productivo y eso le ha faltado y hay procesos de corrupción que le terminan salpicando.
Sobre la corrupción, en Participación Ciudadana tienen una propuesta…
La pandemia además de encerrarnos ha hecho destapar la corrupción, cómo se ha negociado con la salud. A eso hay que sumar a la baja respetabilidad de los partidos y movimientos por haber llevado a este tipo de personajes a la Asamblea. Hay legisladores con glosas que siguen yendo a las sesiones. Eso es algo que la sociedad no debería tolerar. Hay una ventana de oportunidad, es el momento de que la sociedad civil se pronuncie. Creemos que es así, que los ciudadanos tienen la posibilidad de rechazar estas actitudes y de proponer una reforma del Estado. Tenemos que presionar a la clase política para que se reactive, en la democracia son importantes los partidos, no queremos que se acaben, sino que se repiensen. Sobre todo, no queremos más corruptos como candidatos.
¿En eso pueden ayudar las elecciones primarias?
La democracia interna de los partidos es una práctica sana. Es una práctica necesaria, porque hace que el espacio de decisión de candidaturas no provenga necesariamente de los burós políticos de los partidos, sino que se abra a los militantes para que no solo tengan voz sino voto también. En el país este ejercicio no ha sido una práctica generalizada, más bien ahora se da por la presión ciudadana de ver partidos sólidos y diferentes.
Los partidos optarán por unas primarias en las que los directores provinciales elegirán candidatos. ¿Qué tan democrático es esto?
En el mundo hay ejemplos de esta práctica, lo importante es que se haga el esfuerzo de una democracia primaria, porque de alguna forma rompe el esquema tradicional. Posiblemente los partidos se decanten por las primarias representativas, que es una metodología más cerrada que da la posibilidad a directores provinciales de ser quienes elijan candidatos. Creo que sí tiene que ver, por el tema de la pandemia, ya que un ejercicio de primarias más abiertas implica una logística que no sé si los partidos tengan capacidad.
Esta metodología se ha probado, por ejemplo, en Alemania. El Partido Verde tenía esa forma y no les fue mal, más bien ese partido tuvo su decadencia cuando se abrió a otra forma de democracia interna, y generó conflicto entre los afiliados y los que no lo eran. Es una forma válida y en el fondo abunda a la democracia.
¿Hay más herramientas?
Una herramienta adicional debería ser un sistema de tamizaje directo, porque si los partidos ganan con democracia interna no sirve de mucho si no se establecen mínimos sobre lo que se espera de un candidato. Por ejemplo, si alguien estuvo involucrado en corrupción no debería ser aceptado. Esos estándares mínimos deberían ir acompañados de las elecciones primarias.
Los espacios de poder los han cooptado los ‘outsiders’. Ejemplos son Lucio Gutiérrez y Rafael Correa. ¿Con las primarias se evita ese fenómeno?
No necesariamente los procesos de democracia interna aseguran que no haya un ‘oustsider’. Es interesante esta figura, sobre todo desde sus orígenes, Gutiérrez, Correa, Fujimori en Perú, Macron en Francia, estas candidaturas antisistema son producto de momentos históricos de debilitamiento de los partidos. Pero no necesariamente el ‘outsider’ es la solución a los problemas, no va a terminar fortaleciendo a la democracia, porque como no tiene una estructura político-partidista, va a ser un individuo que cae sin darse cuenta en ser funcional de los movimientos que le promueven, no termina cumpliendo sus promesas, termina negociando con los poderes contra los que se alzó.
Ahora que no van a estar ni Correa ni Nebot, esto es un caldo de cultivo para los ‘outsiders’…
Absolutamente. Ellos están ausentes, uno más que otro, uno con una carga karmática de corrupción y el otro que decidió no terciar, pero eso no significa que no hayan decidido no hacer política. Si bien no están de candidatos hacen política y es posible que apoyen a un candidato, y que este sea fuera de sus tiendas políticas y se constituya en un ‘outsider’.
Hoja de vida
Ruth Hidalgo es abogada, por la Universidad Católica del Ecuador.
Es Decana de la Facultad de Ciencias Políticas de la UDLA, desde el 2018.
Desde ese año es Directora Ejecutiva de la Corporación Participación Ciudadana (PC), que ha realizado proyectos de monitoreo de campañas políticas y uso de recursos públicos.
Actualmente, PC emprendió el llamado Pacto Ético, que apunta a cambios en el Estado contra la corrupción.