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El 30% de comerciantes es informal en Quito

Los vendedores autónomos no regularizados se concentran en 15 puntos de la capital, según datos de la AMC. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

Los vendedores autónomos no regularizados se concentran en 15 puntos de la capital, según datos de la AMC. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

Los vendedores autónomos no regularizados se concentran en 15 puntos de la capital, según datos de la AMC. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

Al circular por las principales vías de Quito es frecuente encontrarse con cientos de vendedores. Son cuadras con puestos ambulantes de zapatos, ropa, golosinas, accesorios de celulares. Hombres y mujeres ofertan bebidas energizantes o frutas junto a los semáforos.

Según la Agencia Metropolitana de Control (AMC), con base en el último censo realizado en 32 parroquias urbanas, existen 9 606 comerciantes en la actualidad. De esa cantidad, el 70% cuenta con permisos para laborar y el resto son autónomos no regularizados.

El ente identificó 15 puntos sensibles de la capital en donde se desarrolla esa actividad. Unos se ubican en el Centro Histórico, otros en el hipercentro, como el parque La Carolina, las avenidas República de El Salvador, Naciones Unidas, Amazonas, 10 de Agosto y el sector de La Y. También en el extremo norte, como Carapungo y Calderón. En el sur se encuentran en las avenidas Morán Valverde, La Michelena, Maldonado, entre otras.

“Hay sectores complicados, donde se han tomado el espacio público”, dice Estefanía Grunauer, supervisora de la AMC. Acota que uno de los factores que ha influido en el incremento de la informalidad es la migración masiva. Sin embargo, la AMC no cuenta con una cifra exacta que detalle la cantidad de foráneos laborando como vendedores en el Distrito. No obstante, en la entidad se admitió que con base en los operativos realizados, cerca del 90% de los comerciantes foráneos es venezolano.

Daniel Regalado es presidente de la Asociación Civil Venezolanos en Ecuador. Allí se maneja un registro de 26 000 llaneros radicados en el Distrito desde el 2015 hasta julio del 2019. Según información levantada por ese grupo, el 40% trabaja en las ventas informales y lo hace bajo tres modalidades de comercio.

Una de las bodegas distribuidoras de bebidas energizantes, en el norte de Quito, fue clausurada el pasado 20 de agosto. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

En la primera, la mayoría vende alimentos preparados como arepas, gelatinas o chaulafán. En el segundo se expende esferográficos, lápices, cuadernos o dulces. Y existe una tercera forma que ofrece accesorios de celulares, helados o bebidas energizantes.

La AMC realizó investigaciones para localizar los sitios que distribuyen esa clase de bebidas y helados en la capital. Se identificaron 42 puntos y hasta la semana pasada clausuró ocho bodegas. Gru­nauer dice que en esos lugares hacían mal uso de la Licencia Única de Actividad Económica (LUAE) y fomentaban el comercio informal.

“Entregaban productos a consignación a gente que posteriormente debía ir a la calle a vender. La mayoría era migrante”. Señala que cientos de extranjeros retiraban los productos de esos locales.

Durante 40 días, personal de Inteligencia indagó los sitios donde operan estas distribuidoras. La AMC también descubrió que a los comerciantes les pedían sus documentos como pasaporte o cédula para entregarles la mercadería. “Nos dijeron que ganaban 7 dólares al día, mientras que las distribuidoras se llevaban entre 70 y 100 diarios”.

Otras cinco bodegas se clausuraron en Quitumbe, Chimbacalle y los alrededores de la av. Teniente Hugo Ortiz, en el sur. Dos fueron en la av. Gaspar de Villarroel y Calderón.

También se cerraron cuatro distribuidoras de helados localizadas en las parroquias rurales de Checa y El Quinche. Algunos comerciantes de esos productos indicaron que sus jefes les proporcionan alimentos y alojamiento. Les pagan USD 20 diarios si logran vender 50 paletas a 1 dólar.

Este Diario se contactó con uno de los representantes de la fábrica que produce los energizantes que se comercializan en la vía pública. “No tenemos ninguna transacción mercantil que se desarrolle en las calles. No fomentamos eso, ni vendemos directamente con ese propósito a la gente”. Dice que están dispuestos a buscar soluciones con el Municipio.

En tanto, los comerciantes de esos productos están preo­cupados por el cierre de las distribuidoras. Jesús I. trabaja desde hace cuatro meses en el norte vendiendo energizantes. Indica que esa es su forma de sobrevivir. “Las cosas están muy mal, mejor era de quedarme en mi país”.

Richard M. espera que en los próximos días las bodegas vuelvan a funcionar, para él y sus compañeros poder seguir trabajando.

Otros foráneos admiten que fueron explotados en otra clase de negocios. Ángelo R. trabajó en un restaurante que le pagaba USD 11 al día, de lunes a domingo. “Una semana trabajé de 07:00 a 02:00 y me daban USD 15 por jornada”.

Hay llaneros que optan por expender frutas o legumbres en la calle. Por cada choclo que venden a un dólar les dan USD 0,15. Danayce G. laboró en el área de recursos humanos de una empresa. A veces, ella laboraba desde las 07:00 hasta las 02:00 sin horas extras. Por eso, sus compatriotas comparten una habitación hasta con cinco personas para vivir.