La casa de Eduardo Alarcón es una de las más afectadas en el sector de Turubamba Alto. Foto: Alfredo Lagla / EL COMERCIO
En un recorrido que el alcalde de Quito, Mauricio Rodas, realizó la tarde de este martes 26 de julio del 2016, se constató los daños en las casas afectadas por hundimientos en el sector de Turubamba Alto, en el sur de Quito. De acuerdo a los estudios del Municipio capitalino, 78 viviendas presentan un alto grado de vulnerabilidad. De estas, cuatro ya fueron expropiadas y en los próximos días se expropiarán cuatro más.
Según Rodas, la actual administración municipal heredó este problema y culpó a las anteriores alcaldías, al emitir permisos de construcción en esta zona. Con el nuevo estudio, el cual culminó en junio, se examinó 557 viviendas en un perímetro de 15 hectáreas.
El Alcalde explicó que se activará el Fondo de Emergencia del Distrito para que las personas que están habitando los cuatro predios que serán demolidos, puedan reubicarse en una zona segura, como ya ocurrió con las anteriores casas expropiadas.
La casa de Eduardo Alarcón es una de las más afectadas en la calle S26D. En los exteriores del inmueble se puede observar las paredes cuarteadas y las columnas inclinadas. Al ingresar, la situación es aún más preocupante. Se puede percibir que la vivienda se inclina hacia un lado. “Es como si se viviera en un barco”, advierte.
Los baños y la cocina son los sitios donde más se puede observar los daños. Alarcón cuenta que empezó a construir en este terreno en 1991. Después de unos años, ya empezó a notar los problemas, pero, a raíz del terremoto del 16 de abril, la situación empeoró.
Las tuberías se han roto, se han producido filtraciones en el piso y los muros se trizaron. “La situación es muy complicada”, añade Alarcón, quien vive en Turubamba junto a su hijo y sus nietos. Los vecinos del sector también experimentan inconvenientes. La casa que está junto a la propiedad de los Alarcón se encuentra inclinada.
El problema, según los estudios del Municipio, es que el suelo tiene mucho material orgánico y no existe una compactación homogénea del mismo. Esta zona estaba llena de quebradas, las cuales se fueron llenando con vegetación y se convirtió en un suelo arenoso, por donde constantemente sale agua, lo que hace que el piso se transforme en una especie de gelatina y las viviendas sufran daños estructurales, aclaró Rodas.
En los próximos meses se realizará un nuevo estudio, dentro de un perímetro de 130 hectáreas, para tomar mayores medidas de seguridad.