La contaminación visual puede llegar a perturbar y generar problemas de estrés y nervios. Foto: Archivo / EL COMERCIO
Aparecen de todos los tamaños y colores y están ubicados en paredes, terrazas, postes, ventanas, autos, basureros, veredas y hasta en árboles. Pese a la existencia de una normativa municipal, los letreros publicitarios en Quito se exhiben de una manera caótica.
La publicidad informal se convirtió en ese agresor silencioso al que la ciudad se acostumbró a ver, pero que afecta la calidad de vida de la gente. El evidente desorden de los letreros llevó al Municipio a realizar un censo este año en el cual determinó que el 89% de la publicidad no cuenta con licencia, es decir, es informal.
Imágenes saturadas, luces enceguecedoras y letreros enormes forman parte de la contaminación visual que sobreestimula a la gente y puede incluso llegar a perturbarla y generar problemas de estrés y nervios, según Mauricio Clavijo, psicólogo y catedrático universitario.
Debido a esta situación se propuso una reforma a la ordenanza vigente, que busca generar un régimen de transición para que las personas puedan acogerse a la formalidad, explica Sergio Garnica, presidente de la Comisión de Uso de Suelo del Concejo. El objetivo es poder regularizarlos, siempre que cumplan con los requisitos establecidos.
La reforma fue aprobada por el Concejo el jueves pasado. Solo falta la respectiva sanción por parte del alcalde Mauricio Rodas para que entre en vigencia. Se espera que ocurra esta semana. Entonces, se reforzará el control.
Cuando una persona obtiene el permiso de funcionamiento de un negocio tiene el derecho de colocar un letrero que no sobrepase el 30% de la fachada. Pero son pocos los locales que respetan esa norma.
Las faltas más frecuentes tienen que ver con instalar rótulos y letreros demasiado grandes y en exceso. Para ello, el dueño o gerente necesita pedir un permiso a la administración zonal respectiva; de lo contrario, viene la sanción.
Precisamente uno de los aspectos claves de la reforma tiene que ver con las multas, que eran desproporcionadas. Antes, quien no contaba con permiso debía pagar USD 30 si el anuncio medía hasta 8 m2. Si el letrero medía más, ¡debía cancelar USD 7 000!
Eso evidenciaba, según Gabriela Larreátegui, supervisora metropolitana de la Agencia de Control, una fuerte distorsión. “Lo que se ha buscado es que el régimen sancionatorio tenga algo de proporcionalidad. Los letreros de menos de 8 m2 se sancionarían con el 20% de una Remuneración Básica Unificada (RBU) por m2, mientras que aquellos letreros de más de 8 m2 recibirán una sanción del 65% de una RBU por m2”, explica la funcionaria.
¿Qué se puede hacer y qué no? Se permite publicidad creativa y fuera de lo común; pero no tendrán autorización los letreros en triángulo que se coloquen sobre las veredas, la publicidad en postes (incluso las de fácil retiro), publicidad pintada directamente en las paredes, letreros encima de muros o terrazas, letreros en bandera y la entrega de volantes en el espacio público.
Tampoco se permiten carros cuyo remolque sea exclusivamente dedicado a publicidad.
Si alguien coloca ese tipo de anuncios, lo primero que hace la agencia es un acercamiento disuasivo y explicativo para que retire el letrero. Si un local que incumple recibe un llamado de atención tiene entre 60 y 90 días para regularizarse.
Si a pesar del pedido, reincide, se iniciará un proceso administrativo. Sin embargo, este proceso puede archivarse antes de la emisión de la multa si el infractor retira el anuncio.
Usualmente, la gente prefiere sacar el letrero a cancelar la multa. No obstante, hay casos que han sido sancionados.
En el 2015 se abrieron 728 procesos y 152 desembocaron en sanción. En lo que va del presente año se registran 343 procesos con 109 sancionados, casi el doble de los ocurridos en ese mismo período del 2015.
La administración zonal con mayor problemas de este tipo es la Eugenio Espejo, con 59 casos, seguida por Tumbaco con 24 y La Marsical, con 15.
Pese a que en el Centro Histórico rige una normativa distinta al resto de Quito, que obliga a utilizarse una sola tipografía, color y tamaño en los anuncios, también hay violaciones. Larreátegui cuenta que algunos locales han colocado luces de neón.
En la ciudad tampoco se permite publicidad que genere miedo, alarma confusión o desorden; la que induzca a la violencia, discriminación, racismo ni la publicidad engañosa o que publicite bebidas alcohólicas o tabaco.
Basta caminar por las avenidas para constatar el desorden. Marisol Freire, dueña de una cebichería en el sector de la calle Versalles, aseguró desconocer que necesitaba un permiso especial para colocar publicidad en las ventanas.
Antonio Bríos, administrador de un local de venta de accesorios para autos en el sector de la Real Audiencia, tiene todo el frente de su casa forrado con carteles y letreros. Dijo que no sabía que estaba violando una norma.