Dos museos militares buscan más interacción

Museo cima

Museo cima

La Cima de la Libertad. Uniformes de los diferentes países que integraron el Ejército Libertador y bustos de piedra de los comandantes se exhiben en el lugar. Foto: Armando Prado / EL COMERCIO

Dos espacios de la ciudad tienen una característica común: poseen y exhiben piezas y elementos históricos relacionados con la Batalla de Pichincha. El Templo de la Patria y la Casa de Sucre cobrarán relevancia este 24 de mayo.

Hay otra particularidad en ambos sitios: desarrollan acciones para convertirse en espacios interactivos. El Museo de la Cima de La Libertad recibe unos 4 000 visitantes al mes y es el sitio que recuerda a los quiteños la Independencia de la Corona española. En mayo, los turistas llegan a 7 000. La meta es tener 60 000 al año.

En los dos lugares, que son parte de los siete museos de la Defensa Nacional en Quito, el tiempo no se detuvo; aunque los establecimientos cuentan un momento de la historia del país, las propuestas siguen.

En la Cima, además de la ruta por las cinco salas de armas y reliquias de guerra, se planifica la creación de un sendero ecológico y un área de picnic. Además, ayer se firmó un convenio con la Universidad Tecnológica Equinoccial (UTE) para realizar una renovación, con salas lúdicas e interactivas.

La administración de los establecimientos está a cargo del Ministerio de Defensa, a través de la Gerencia del Sistema de Museos del Sector de la Defensa. El ingreso es gratuito y abren toda la semana. La red de estos sitios fue creada por el Ministerio de Cultura.

Ayer, en el marco de la conmemoración del 24 de Mayo de 1822, las autoridades realizaron una caminata desde Chillogallo hasta la Cima de La Libertad, sitios que recorrieron los soldados al mando del Mariscal Sucre. Se anunció que en el Centro Cívico de Chillogallo, el Ministerio de Cultura tendrá más participación para desarrollar este lugar histórico.

En La Libertad, en cambio, en las faldas del Pichicha, tres civiles y 11 militares resguardan el Templo de la Nación. Los uniformados tienen turnos rotativos y mientras tienen a cargo la seguridad del museo, viven en una casa blanca, en el costado sur de la edificación.

El museo, levantado con el diseño del arquitecto Milton Barragán, fue inaugurado en 1982.

La Casa de Sucre. El lugar se divide en dos plantas y un patio central con pileta tradicional de piedra colonial. En dos ocasiones se han producido robos. Foto: Armando Prado / EL COMERCIO

El recorrido está a cargo de Maritza Chacón, quien cada mañana llega desde el barrio Miraflores para recibir a los turistas. El templo inspira un cúmulo de emociones: patriotismo, emoción, paz... Ella recuerda que, hace un tiempo, el último deseo de un hombre desahuciado por los médicos fue visitar la Cima de La Libertad. Ese día llegó y, como deferencia, los militares colocaron la Bandera más grande, de 12 por 8 metros, que ondeará mañana. Otros han depositado las cenizas de familiares.

En este rincón de la ciudad, las salas del museo tienen la forma de criptas y se destacan las vigas de hormigón. Para unos, estas representan el declive de la montaña y, para otros, el armamento con que lucharon los soldados. Una atalaya de 30 metros de alto se une al simbolismo de la estructura y, comenta Chacón, representa la vigilancia permanente de las Fuerzas Armadas.

En la calle Sucre, en cambio, una casa esquinera, que data de 1714, fue la morada del Mariscal de Ayacucho, quien adquirió la propiedad en 1828. En 1978 se abrió como museo. Allí, las armas y elementos de guerra quedaron atrás; desde el 2014 se exhiben elementos de la vida en familia de este personaje.

En la primera planta, antes ocupada por la servidumbre, hay una parte interactiva, con una línea de tiempo y mapas antiguos de Quito, donde se pide que las personas ubiquen la casa. Se creó la sala educativa, donde se realizan actividades con los visitantes. La meta es que estas actividades aumenten y que el museo sea más atractivo para los visitantes de todas las edades.

En el segundo piso, los usuarios pueden observar la habitación de Sucre, con los muebles que usó junto a su esposa, Mariana Carcelén. Según la historia, recuerda Adriana Tobar, guía del museo, el Mariscal vivió por menos de un año en la propiedad, donde se encuentran pertenencias como la espada y fragmentos de las cartas que escribió a su esposa.

En la casa se mantienen tres salones con los muebles originales. En uno de ellos se celebró la boda civil de Sucre y Carcelén. La particularidad fue que el Mariscal no estuvo presente, envió un poder desde Bolivia. La edificación le costó, con arreglos, 24 000 pesos.

Otro atractivo es un cuadro donde se lee el mensaje que Bolívar escribió para Sucre, cuando se enteró de su muerte:
“...Como vencedor, la clemencia... como amigo, la lealtad...”.

En contexto

Cada año, el 24 de mayo se conmemora la Batalla de Pichincha, en esta participaron los ejércitos libertarios, incluidos soldados de países vecinos. En varios espacios de la ciudad se guardan piezas de la historia de esta gesta, entre ellos están el Templo de la Patria y la Casa de Sucre.

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