Los moradores de Calderón muestran uno de los tanques de oxígeno que compraron. Foto: Vicente Costales / El Comercio
No son profesionales médicos. Pero la desesperación de verse en medio de una pandemia mortal, con un sistema de salud saturado, los llevó a capacitarse y a juntar el hombro entre vecinos.
Ahora se sienten preparados para hacerle frente al virus e incluso compraron insumos médicos para ayudar al compañero que se enferme y no encuentre cama en un hospital.
Desde hace dos meses, los líderes de 97 barrios de las parroquias de Calderón, Llano Chico y Guayllabamba (en el norte) se alistan para ser vigilantes comunitarios epidemiológicos, para prevenir y combatir al covid-19. Lo hacen de la mano de la academia.
Tres veces a la semana, desde las 20:00, se conectan a través de la plataforma virtual Zoom y reciben capacitación de los especialistas de la Universidad Central del Ecuador (UCE). A veces los talleres suelen alargarse hasta pasada la medianoche.
Esa aseveración es de Amparito Córdova, coordinadora del Comité Ciudadano Local de Salud Carapungo 1. Ella lidera al grupo de los representantes de las barriadas que están inmersos en este proyecto para que la población se empodere del cuidado de su salud frente al coronavirus.
Así lo han entendido los líderes de Zavala, Collas, Luz y Vida, San Juan, Bellavista, La Capilla, Conjuntos Capulíes, La Independencia, Tierra Hermosa, San Luis, Landázuri, entre otros barrios, dice Milton Encarnación, coordinador del Comité de Salud del sector Central Calderón.
Y agrega que aún hay zonas en donde se resisten. Pero no se cansa de motivarlos y los invita para que se sumen a esta alianza de vigilantes comunitarios. Su trabajo se concentra, sobre todo, en los más jóvenes.
Por su lado, mientras siguen en el proceso de aprendizaje, los líderes transmiten todo el conocimiento adquirido a sus vecinos de barriada. Lo hacen a través de los chats comunitarios o de las conexiones en plataformas digitales. Y la recepción -dicen- es alta.
Este proyecto surgió el pasado 12 de junio, aunque el Comité de Salud de esos lares trabaja desde el 2013. Así que, a través de los chats que ya estaban activos, se convocó a la comunidad a formar parte de los talleres que imparte la UCE. Al inició se sumaron 45, hoy hay 97.
Una de las recomendaciones que se hace en los talleres es que cada barrio tenga sus tanques o sus dispensadores de oxígeno. De este modo, la propia comunidad podrá auxiliar a los moradores que llegasen a tener problemas respiratorios, pondera Córdova.
Los habitantes de Calderón, por ejemplo, ya adquirieron dos de esos artículos, lo hicieron tras recoger una cuota. “Unos dieron USD 5, otros un dólar; todo aporte es bienvenidos y según la posibilidad económica de cada quien”, admite Encarnación. Y fueron comprados a tiempo porque este momento ya los utilizan.
En otros sectores, la búsqueda se prolonga porque, como admite María Esther Chilán, coordinadora del Comité de Salud San José del Morán, el costo es alto y en su sector el 80% de la población es de escasos recursos económicos.
Sin embargo, seguirán trabajando por alcanzar ese objetivo porque, como reitera Chilán, la idea es tener un tanque de oxígeno propio y con eso abrir un consultorio comunitario al servicio de la gente.
El apoyo de la academia a los barrios no termina allí. Estaba planificado que ayer, los 97 líderes comunitarios recibieran un taller especial, en el cual se detallaría el funcionamiento de un aplicativo que permite monitorear las incidencias del covid-19 en sus localidades.
Susana Cadena, docente investigadora de la UCE, cuenta que dentro del proyecto Vigilantes Universitarios hay la posibilidad de sumar a la comunidad y no solo a los estudiantes, como inicialmente estaba establecido. Este sistema aspira a detener la expansión de la pandemia en la capital.
Su manejo es simple, con la ayuda de un dispositivo móvil se ingresan los datos de personas de la familia o del barrio con síntomas respiratorios.
Luego, el enfermo puede enlazarse a una videoconsulta con los médicos profesores de la Facultad de Medicina, y con especialistas de la Facultad de Ciencias Psicológicas.
Cadena agrega que la idea es que, al menos al inicio, la ‘app’ sea puesta en el celular del líder barrial y él se encargue de reportar a todos los afectados.
Están seguros de que entre la comunidad y la academia sí se puede ubicar a un sospechoso, diagnosticarlo y aislarlo para frenar al covid-19.