La calle Briceño es de doble vía, con la apertura de La Licuadora se usa para estacionar. Patricio Terán / EL COMERCIO
Hace siete días fue la reapertura de uno de los edificios emblemáticos del sector de San Blas: La Licuadora. Aquello motivó la alegría de los vecinos de las calles Briceño y av. Gran Colombia, pues mejoró la seguridad y el entorno.
Sin embargo, la apertura del edificio complicó el tránsito por la utilización de calles aledañas para el estacionamiento de los vehículos.
El estrenado Ministerio de Turismo, en su interior, tiene parqueadero para un vehículo. La situación se complica ya que en este sector funcionan otras dependencias: INEC, Dirección de Movilización, Registro Civil, Banco Central, Consejo de Participación Ciudadana, Banco de Fomento, entre otros.
Ante este volumen de funcionarios, la presión por parqueaderos se incrementa.
Sobre esta situación, Arturo Mejía, director del Servicio de Gestión Inmobiliaria del Sector Público (Inmobiliar), entidad que realizó la recuperación del edificio, dijo que se baraja la idea de ocupar los parqueaderos del Banco Central y de la Dirección de Movilización.
Pero en ninguno de estos sitios hay espacio para ceder al nuevo Ministerio. Es más, la Dirección de Movilización arrienda 10 plazas extras en el parqueadero aledaño (de la calle Briceño). Ese lugar tiene capacidad para 30 carros, la hora fracción está en USD 0,75, y el arriendo del mes en USD 50. Solo se aceptaron tres usuarios del Ministerio, dijo la administradora, que prefirió la reserva de su nombre.
Al Banco Central le queda poco espacio. Hasta esa dependencia, además, llegan vehículos de los funcionarios que laboran en dependencias cercanas como el Consejo de Participación.
Una alternativa es un parqueadero de propiedad de la parroquia eclesiástica de San Blas. Tiene una capacidad para 22 vehículos y la hora fracción cuesta USD 0,50. Su administradora, Mónica Navarrete, cuenta que el arriendo del mes está entre USD 20 y 30. Pero tampoco hay disponibilidad.
Otra opción es el parqueadero municipal de San Blas, ubicado en la Guayaquil y Caldas, y con una capacidad de 377 plazas. “Ya no hay tarjetas para clientes frecuentes”, dice el administrador, Marco Pavón.
El parqueadero está copado; en su mayoría, por vehículos privados y carros de funcionarios de la Presidencia, Vicepresidencia y Ministerio del Interior, confirma Pavón. Esas tarjetas cuestan USD 40 el mes y por ocho horas diarias.
Ante esta realidad, las vías aledañas se convierten en alternativas para estacionarse, lo que genera congestión.
Por ejemplo, la calle Briceño es de doble vía, pero uno de sus lados, pese a que hay la señalización de no parquear, está hoy ocupado por una hilera de vehículos que, en su mayoría, tienen el logo del Ministerio de Turismo. Lo mismo ocurre en la calle Caldas.
También el incremento de vehículos es evidente en las calles León y Ríos. Esto ya inquieta a los vecinos y comerciantes.
Eduardo Tobar, dueño de un local de copias de llaves, afirma que “la falta de parqueaderos anima a los conductores a estacionarse a los lados de la vía y los carros que vienen del Centro Histórico o del Itchimbía no tienen por dónde pasar. Los atascos son reiterativos”.
El temor de la congestión ya fue alertado por otros vecinos. Gonzalo Mateo, propietario de una panadería; y Gloria Patiño, dueña de un restaurante, temían que la escasez de parqueaderos trajera más atascos a una zona que de por sí es estrecha y muy conflictiva por el ir y venir de automotores.
Ante esta realidad, Bernardo Rosero, gerente del Proyecto de Revitalización del Centro Histórico de Quito del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda, señala que en la futura sede de Naciones Unidas, en el antiguo Colegio Simón Bolívar, se prevé construir parqueaderos suficientes para los funcionarios de esa dependencia y de las embajadas que se instalen en el Centro Histórico.
Para Gonzalo Abad, presidente del área de Ciencias Sociales de la Unesco e investigador de la Flacso, las 1 867 plazas de estacionamientos municipales construidos en el Centro Histórico (distribuidos en los edificios Cadisán, Yaku, San Blas, Montúfar 1, Montúfar 2, El Tejar y La Ronda) ya no satisface la demanda vehicular.
Ante ello, el especialista solo vislumbra dos alternativas. Una, que todo o una buena parte del Centro Histórico sea peatonal. Dos, que exista un transporte público que lleve a la gente a las distintas dependencias de la zona.
El sistema del Metro le parece la mejor solución para el futuro de la movilidad de Quito, porque a mediano plazo en el Centro será imposible movilizarse. Por eso, está convencido de que se debe tener una visión a largo plazo. Y pone un ejemplo: al centro de Londres ya no se puede entrar con vehículo y si desea hacerlo se debe pagar.
El especialista cree que es urgente hacer un estudio con una proyección de 20 o 30 años, “solo así podremos tener una visión de a dónde queremos llegar con el Centro Histórico”.
No se puede solucionar problemas de la coyuntura, porque -según Abad- lo único que se está haciendo es poner parches y el problema de la movilidad se dificultó más en este importante sector.
En contexto
La habilitación de una nueva dependencia pública, en un área sensible del Centro como es San Blas, genera problemas en el tránsito y en la cotidianidad de sus moradores. La falta de parqueaderos pasa su factura en el tránsito de las calles aledañas.