Trayectos de no más de cuatro cuadras en hasta 20 minutos. Dos horas para cruzar la ciudad. Irritabilidad, agresiones entre conductores y emergencias. Todo esto es parte del combo de la congestión vehicular en Quito.
Según el ECU 911, entre enero y octubre de 2022 se han registrado 2 151 emergencias relacionadas con la congestión vehicular. En el 2021 fueron 749. Es decir, en un año creció 187%. El circuito más conflictivo es Iñaquito y, comparado con 2021, tiene 298 emergencias más que hace un año (207% de incremento).
En la ciudad hay una realidad: los circuitos que antes no eran considerados tan conflictivos, en el 2022 presentan incrementos.
Las zonas son Colinas del Norte (1 200% de aumento), Zámbiza (700%), Los Llanos (600%), Tumbaco Sur (425%) y Santa Anita (400%). Las horas más críticas son de 06:00 a 09:00 y de 17:00 a 20:00.
Solo hace falta salir a las calles para palpar esta realidad que desemboca, incluso, agresiones verbales y físicas. Gonzalo P., conductor de un vehículo que presta el servicio en una plataforma digital, a diario es testigo de esas escenas.
No se queda fuera el concierto de bocinas, que se agudiza apenas cambia el semáforo. En Quito hay más de 10 000 señales de este tipo, entre vehiculares, peatonales y de ciclistas, en 1 029 intersecciones.
La Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas (Epmmop) informa que, de ese grupo, 711 están centralizadas y 318, aisladas. Las primeras se gestionan desde el Centro de Gestión de la Movilidad (CGM).
El funcionamiento se adapta y regula en tiempo real, según el volumen de vehículos.
Las aisladas funcionan con tiempos fijos, programadas con base en estudios de movilidad. Hay mantenimiento preventivo y correctivo.
El tránsito se gestiona de la mano de la Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT), que cuenta con 1 894 agentes civiles en diferentes instancias. Los uniformados tienen la facultad de gestionar el avance de los vehículos, de acuerdo con las condiciones.
David Argüello, director de Operaciones (s) de la AMT, señala que, además, el parque automotor va en aumento, con una tendencia de crecimiento del 3,8% anual.
Con corte al 2022, en Quito se contabilizan 489 675 automotores. En el 2021, fueron 401 413. Y las horas denominadas valle han ido disminuyendo.
Otras causas
Además de un incremento en el parque automotor, Argüello suma a la lista de congestión: eventos, vehículos ocupados apenas por 1,6 personas, las condiciones climáticas y que el grueso de los viajes confluye en el hipercentro.
Hay vías donde desembocan hasta cinco rutas, como la Napo, en el sur. Sin olvidar los trabajos en distintos puntos, destinados a mejorar la calidad de las calzadas, entre otros aspectos.
La congestión no solo causa mayor tiempo de viaje, sino repercusiones en la salud. Marco Sola, psicólogo clínico, explica que la exposición a situaciones ambientales, sociales, económicas y geopolíticas desfavorables, puede conjugarse como factor de riesgo.
Las condiciones de transporte no son la excepción. “Vivimos en un mundo precipitado, comandado por la inmediatez y el consumo. Es difícil que las conductas de las personas respondan de un modo diferente”.
En la actualidad, se observan cuadros psicopatológicos variados y complejos. En escenarios como las vías congestionadas son recurrentes las afectaciones en el estado de ánimo, irritabilidad, etc., dice el profesional.
Carlos Nieto, médico internista, da cuenta del incremento de hipertensión reactiva, así como cuadros de angustia. “No solo es más tiempo en carretera”, sino problemas venosos por pasar mucho tiempo sentado (y aplica para sedentarios). Sube el riesgo de coágulos en piernas y complicaciones pulmonares.
Los cambios de humor terminan en cuadros clínicos, como afectaciones estomacales. Con la angustia se genera mucha adrenalina y el aumento del ácido gástrico. Y una de las consecuencias son las enfermedades por reflujo.
Nieto y Argüello coinciden en la importancia de planificar mejor los viajes, al menos los más frecuentes, como la ruta hacia el sitio de trabajo.
Visita nuestros portales: