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326 denuncias por grafitis hubo en 3 meses en Quito

Otro punto en el que se realiza un mural es bajo el puente de la av. Naciones Unidas. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Otro punto en el que se realiza un mural es bajo el puente de la av. Naciones Unidas. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

En la av. 10 de Agosto y Orellana se pinta un mural sobre culturas ancestrales. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

En el paso deprimido de la avenida 10 de Agosto y Orellana, en el norte de Quito, se destaca el color rojo. Representa al fuego, elemento importante dentro de la cosmovisión andina. Ese es el fondo sobre el que se pinta uno de los cinco murales, que están a cargo de 300 artistas urbanos de la capital.

Fueron más de 20 horas de trabajo, entre el sábado y domingo pasados, para avanzar en la pintura de ese mural. Así lo cuenta Andrés Calispa, uno de los grafiteros que participa en el proceso del dibujo.

“Me siento más cómodo haciendo grafiti (composición de letras y mensajes). Pero con el mural demostramos que también podemos hacer lo que la gente define como arte”, comenta Calispa. Cuando lo dice, hace énfasis en “arte entre comillas” porque para él, no solo los murales son expresión del talento del arte urbano.

Grafiti es todo: el mensaje sobre derechos humanos, el ‘tag’ o murales como los que ahora se pintan en los pasos deprimidos. Ese es el mensaje que quiere dejar Carlos Villavicencio, del Colectivo Cultural de la Calle. Él ha coordinado el proceso para que existan espacios de expresión.

Otro punto en el que se realiza un mural es bajo el puente de la av. Naciones Unidas. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Villavicencio dice que el tema de las culturas precolombinas y su visión respecto del fuego, la tierra, el agua y el viento guía los murales que se realizan en San Blas, Universidad Central, Orellana y 10 de Agosto, Naciones Unidas y 10 de Agosto y en el puente de la avenida Atahualpa.

Mientras ese proceso avanza, el Municipio continúa con la campaña en contra del grafiti vandálico. “Después del ataque que sufrió el vagón del primer tren del Metro (9 de septiembre), no se puede solo trabajar en la prevención sino también en las sanciones que establecen el Código Integral Penal (COIP) y las ordenanzas del Municipio”, señaló Juan Zapata, secretario de Seguridad del Municipio.

La intención del Cabildo es que la gente denuncie. El 11 de septiembre, la Alcaldía destinó USD 100 000 al Ministerio del Interior para su programa de

recompensas a cambio de información sobre actos vandálicos con grafitis en la ciudad.

Entre julio y septiembre del 2018, a la central del ECU-911 Quito llegaron 326 denuncias por grafitis. Esto se receptó mediante quejas ciudadanas y por el monitoreo de cámaras.

El anuncio sobre las recompensas no varió de manera significativa el número de denuncias. En julio se registraron 119. Esa cifra bajó a 92 en agosto y volvió a incrementare el mes pasado a 115 reclamos.

¿Pero qué pasó con la investigación por los grafitis contra el Metro? Zapata dice que el Municipio confía en la labor que realiza la Policía Nacional.

Este Diario consultó con el Ministerio del Interior sobre el uso que se ha dado al aporte monetario del Municipio de Quito y los avances en las indagaciones. Sin embargo, hasta el cierre de esta edición no se obtuvo una respuesta.

Esta campaña en contra del grafiti ha requerido de USD 1,5 millones en programas para destinar espacios, limpieza y pintura de fachadas y mingas en los barrios, de acuerdo con los datos del Municipio.

El Secretario de Seguridad dice que un año atrás se realizó un estudio en el que se determinó que en Quito había 117 puntos conflictivos. “Ahora, prácticamente tenemos problemas en toda la ciudad”.

El Centro Histórico es un punto en el que se pintan grafitis de todo tipo. Después del lanzamiento del Plan de Conservación, en febrero pasado, Angélica Arias, directora del Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP), indica que hay avances en calles como la Esmeraldas, Venezuela, García Moreno y Guayaquil.

Desde febrero pasado, el IMP ha pintado 18 000 metros cuadrados de fachadas en el Centro Histórico. “Calles como la Esmeraldas nos ha costado recuperar. Hay inmuebles que se pintaron hasta seis veces”, comenta Arias.

El problema ahora es con las manchas y rayones en las piedras patrimoniales. La limpieza cuesta el doble que la de un muro normal (hasta USD 9 por metro cuadrado). Para limpiarlas, el IMP contrató un servicio especializado que cuesta USD 400 000 y se efectuará hasta marzo del próximo año.

Los grafiteros plantean posibles soluciones. Si bien buscar espacios para que se realicen murales es importante, Villavicencio cree que el fenómeno del grafiti ‘vandal’ se incrementó desde que en el 2012, en la Ordenanza 282, se estableció que para pintar una fachada no solo se requería la autorización del dueño del predio sino también del Municipio.

Actualmente, varios grafiteros trabajan en una propuesta para cambiar la norma que exige permiso municipal para pintar en los predios privados.

Hoy, los artistas urbanos aprovecharán el feriado para terminar los murales.