En la esquina de las calles Valladolid y Vizcaya se levanta la casa 1 000 . Genera miedo e interrogantes. Foto: EL COMERCIO
Su arquitectura transporta a peatones, moradores y conductores hacia el Quito del pasado, cuando la ciudad se extendía hacia La Mariscal y La Floresta, en las primeras décadas del siglo XX. Su diseño republicano está empañado por el paso de los años; pero, más todavía por el abandono, lo que ha dado pauta a que se tejan una serie de historias.
Se trata de un predio esquinero ubicado en las calles Valladolid y Vizcaya, en el sector de La Floresta, en el centro norte de la urbe. El inmueble está deshabitado y los porqués tienen distintos matices. Hace dos años, la dueña habría salido de la casa. Se fue con su hijo. Aunque habría puesto resistencia porque no quería dejar su casa, contó Jenner Vaca, quien es guardia de seguridad en un edificio ubicado cerca a la vivienda.
Según este trabajador que labora cerca de 10 años en el sector, esta casa rompe con la cotidianidad del sector, porque hay una serie de centros culturales, restaurantes y demás negocios.
Además, hay cada vez más edificios de apartamentos en construcción. “La estructura de la casa genera un cierto misterio, ya que hay personas que preguntan por la procedencia de la casa, la historia, si está habitada y qué pasó”.
“A las personas les llama la atención lo grande que es la vivienda y el estado en que se encuentra, por lo que les da curiosidad entrar y recorrer un poco del inmueble”. Esto es prohibido ya que se trata de un bien privado. Además, contó que hay personas que buscan comprar el predio para construir un edificio de departamentos. “La casa levanta interés en las personas que pasan por esta vía”.
Diagonal al predio está el cine Ocho y Medio. Las personas que acuden a este espacio han preguntado sobre esta vivienda. José Luis Ganchoso, quien trabaja en este sector hace un año y medio, señaló que le llamó la atención y empezó a preguntar sobre la historia. Le contaron que a la señora que vivía en esta casa, que tiene el número 1 000 en la parte superior del balcón, le dio pena dejarla, lo que aviva más el “misterio”. “Lo que más me gusta de esta edificación es su estilo antiguo, los ventanales, las puertas, los techos y más. Me encanta, porque es una mezcla de tradición y miedo”.
Además, indicó que es una tristeza que nadie se haga cargo del inmueble porque está totalmente descuidado. Las hierbas están crecidas, las ventanas rotas y las paredes grafiteadas. Hay espacios que están por colapsar. Pero, esta casa, que colinda con un negocio de sistemas de alarmas tiene por unas pocas horas una inquilina, quien habla poco. Y solo llegó a decir que la propiedad es de una señora que se fue de viaje. Unas dos o tres veces por semana, y por unas horas, una mujer ingresa en la casona. Contó que está feliz con colocar los candados en el inmueble.
Los vecinos esperan que los dueños del predio o sus herederos lo intervengan, para recuperar este espacio de La Floresta.