Una caja de cartón sirvió para señalar la “propiedad”. La mañana del sábado, la dueña de un local comercial ubicado en la calle Tamayo, a la altura de la avenida Colón, colocó este objeto sobre uno de los parqueaderos. El mensaje era claro: aquí no se puede estacionar.
Una banca de plástico cumplió igual función en el espacio contiguo definido como parte de la zona azul. “Son espacios del local. Están al frente de la entrada” fue la respuesta que dio a un conductor que intentó fallidamente estacionarse en esta calle secundaria.
La escena se repitió en la calle Ulloa, a la altura del mercado de Santa Clara. Los dueños de los locales que venden muebles utilizan cualquier objeto para “señalar” que un tramo de la calzada tiene su dueño.
La noche del sábado, en la avenida Eloy Alfaro, entre la calle Ayarza y la Portugal, no hacen falta bancas, conos o cartones para disponer de la calzada y de la acera como espacios para que los conductores estacionen sus vehículos.
La presencia de restaurantes, bares, discotecas y otros locales comerciales hace que este sector tenga una gran asistencia de clientes; muchos de ellos llegan con vehículo. Ahí viene el zafarrancho: muy pocos locales tienen sitios para estacionamientos.
No hay nada nuevo en lo que se plantea: esta situación se reproduce, en mayor o menor escala, en la ciudad. Ocurre hoy y ocurrió antes. Parterres, aceras y calzadas son espacios que no se respetan.
Cabe preguntar ¿por qué dar estas líneas a un tema recurrente? La respuesta gira en torno a las acciones y decisiones que la nueva administración municipal debe dar a este tema.
Hay que hacerlo pensando en la realidad actual, y también en las nuevas construcciones que se levantan y planifican en la ciudad de Quito.
No se trata de restringir. Se trata de ordenar. De que la convivencia entre vecinos sea más armoniosa y en este asunto el Municipio tiene mucho que decir y mucho que hacer.