Varias condiciones geológicas deberían reunirse para que en Quito ocurra un deslizamiento de tierra de grandes proporciones, como el de Alausí de marzo del 2023. Las autoridades tienen ya identificadas las zonas vulnerables.
Algunas de esas circunstancias pueden ser el tipo de suelo, su nivel de permeabilidad, la existencia de una vegetación no nativa (que afecte a la tierra) y las pendientes muy pronunciadas.
La Secretaría Metropolitana de Seguridad realizó un mapeo en los últimos meses para definir el tipo de vulnerabilidad ante movimientos de masa, según sus características. Sin embargo, aún trabaja en un proceso de categorización de todos los sitios de riesgo.
En la lista ya están los poblados ubicados en las laderas, cerca de las quebradas, estribaciones de ríos y hasta en los alrededores de la avenida Simón Bolívar, la Autopista General Rumiñahui y la Interoceánica.
Por ejemplo, algunas de las zonas pobladas y propensas a movimientos de masa son los asentadas en las laderas del Pichincha, en el occidente del Distrito, como San Juan, La Comuna y Atucucho.
En las estribaciones hay riesgo en la Loma de Puengasí (valle de Los Chillos), el cerro Auqui (valle), La Bota (Calderón), El Batán y Catequilla, en barrios como El Común.
En este último punto, ubicado en Pomasqui, ya sucedió un deslizamiento que afectó a unas 10 familias en julio del 2022.
El deslizamiento en La Forestal
En la capital hubo un deslizamiento importante que dejó varios afectados, aunque no con la misma magnitud y víctimas mortales, como ocurrió en Alausí. Pero algo parecido sucedió en La Forestal, en el 2011.
Así lo recuerda Freddy Nieto, director Metropolitano de Gestión de Riesgos de la Secretaria de Seguridad.
En el deslizamiento de La Forestal, donde cinco personas perdieron la vida, también se declaró una emergencia previa por acumulación de agua. En esa ocasión, más de 6 000 m3 de tierra cayeron sobre los seis carriles de la av. Simón Bolívar.
Pero para que algo así se repita, insiste Nieto, deben confluir varios factores (como los anteriormente mencionados).
“Condiciones para movimientos de masa en Quito sí existen, por eso hemos visto aluviones, deslizamientos, pero para llegar a eso (lo ocurrido en Alausí) deben pasar muchas cosas”, indica. “Una de ellas es la falta de obras de mitigación”.
Dos zonas declaradas en emergencia
De todos los puntos de riesgo a movimientos de masa y deslizamientos, hay dos zonas en donde hasta rige la declaratoria de emergencia en Quito.
Se trata de unos 16 sectores ubicados en puntos críticos por la erosión de la quebrada del río Monjas. Entre ellos se cuentan a Carretas, La Esperanza y Señor del Árbol como los más peligrosos.
En Carretas, los vecinos de esta hondonada han insistido en el avance de la erosión de la quebrada y temen por la estabilidad de decenas de viviendas.
Mayra Revelo es una de las moradoras de la urbanización San Andrés, que está a metros de una extensa apertura de la quebrada Carretas del río Monjas. Allí, insiste, hay decenas de familias en peligro que piden la atención de las autoridades.
Según Nieto, el trabajo con los pobladores de las zonas en riesgo ha sido continuo y como parte de esa labor se impulsan los comités comunitarios de gestión de riesgos. “Hacemos acercamientos con los líderes, pero se requiere una participación activa de la comunidad”.
El director también se refiere a un sentido de corresponsabilidad de la población y de su interés por conocer las características de la zona donde habita. Incluso en las zonas de emergencia ya se ha han hecho pedidos de evacuación que no tienen acogida entre la población.
Para ello, añade, el Municipio pone a su disposición herramientas como la web de catastros en línea que permite revisar las zonas con más riesgo en toda la ciudad.
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