La preocupación por el volcán Cotopaxi persiste en Quito, principalmente entre quienes habitan en las zonas de riesgo ante una posible erupción.
Y aunque hay planes que están en proceso de actualización y revisión, sus acciones aún no han calado hondo en toda la población quiteña. Por ello, las autoridades refuerzan las medidas preventivas en las que se requiere una participación activa de la ciudadanía.
El nuevo proceso eruptivo sigue
El nuevo proceso eruptivo del volcán Cotopaxi, que empezó en octubre del 2022, sigue y la divulgación de la contingencia es una tarea urgente. La idea es que en las parroquias en riesgo sepan qué hacer ante una emergencia.
De acuerdo con los escenarios establecidos por el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, una erupción del Cotopaxi afectaría a zonas pobladas de cuatro provincias: Cotopaxi, Pichincha, Tungurahua y Napo.
En Quito, hay una amenaza entre media y media alta en las parroquias de Alangasí, Cumbayá, Guangopolo, Nayón, Píntag, Tumbaco y Conocoto. El Municipio calcula que al menos 19 000 personas tendrían algún tipo de impacto ante este evento.
Hasta allí podrían llegar los lahares que descenderían del Cotopaxi por sus desfogues naturales. En el caso de estos valles, por las quebradas de los Pita y San Pedro que actualmente mantienen un caudal mínimo.
La ceniza -dependiendo del tipo de explosión- también caería en estas parroquias o se extendería hacia la zona sur del Distrito, según la dirección del viento.
El inconveniente es que no todos los moradores de estas zonas conocen que están en zonas de riesgo o la contingencia, por lo que la preocupación por el volcán Cotopaxi persiste.
Ana Donoso, de 58 años, vive en La Armenia, (Conocoto) una de las jurisdicciones que resultaría afectada por los lahares. Y aunque en su familia ya saben que deberían evacuar ante un cambio de alerta, ella insiste en un vacío de información. “Nadie nos ha enviado ningún plan de contingencia. Pero no nos ha aclarado si estamos o no en riesgo”.
Y es que no todo Conocoto (con 100 00 habitantes), está en riesgo. La afectación sería mayor en las zonas bajas y cercanas a las quebradas del río Pita y Santa Clara, por donde pasarían los lahares.
Algo similar ocurre en Cumbayá. Thalia Román, de 35 años, reside y trabaja en esta parroquia pero desconoce los riesgos ante una erupción del Cotopaxi. “No hay la información suficiente y debería haber más datos sobre todo con respecto a qué hacer”. En esta parroquia viven unas 31 000 personas y podría afectarse en la zona de Tumbaco, ingreso de Lumbisí, Cununyacu y La Viña por los lahares que lleguen al San Pedro.
En Alangasí (25 000 moradores) hay vecinos que ya se alistan aun cuando no estén en puntos vulnerables. “Nuestra familia está preparada para un cambio de alerta” comenta Edison Madrid, de 57 años. Él reside en Ushimana, donde el riesgo es mínimo. “Si es que pasara algo sabemos que debemos ir a la parte más alta al Ilaló”.
Autoridades revisan la contingencia
En Quito, las autoridades municipales ya revisan la contingencia ante este y otros desastres naturales. En el caso del Municipio hay un plan macro de respuesta que abarca puntos claves como el abastecimiento del agua potable para la ciudad, y otros servicios ante cualquier emergencia como una erupción volcánica.
Aunque esta tarea se ha descuidado -al menos en lo relacionado al volcán- en los últimos siete años o desde que el Cotopaxi reportó un aumento en su actividad (agosto de 2015).
Fredy Nieto, director de Riesgos de la Secretaría de Seguridad del Municipio de Quito, reconoce que la evaluación de los planes casi siempre responde a lo coyuntural. Por eso, en los últimos meses se incrementó la difusión de las acciones sobre todo en zonas de riesgo.
Quito tiene un plan de respuesta
Quito tiene un plan de respuesta en el que se establece, por ejemplo, el mecanismo y las normas para responder ante una emergencia, y el accionar para cada entidad municipal. También abordan la preparación a través de simulacros, con los que ya se han detectado debilidades. Por ejemplo, no todos los moradores de las zonas de riesgo asocian al sonido de la alarma con una emergencia real. Son sirenas ubicadas en puntos claves y con un alcance de hasta 3 km.
Asimismo, los mensajes que emite el sistema de alerta temprana –por altavoz- no se escuchan con claridad. “También nos dimos cuenta que de ninguna manera se tendrán que evacuar las escuelas y colegios”. Y es que cuando se presente un cambio en el volcán, y por lo que se decida un cambio de alerta, la población tendrá varias horas para tomar decisiones.
En eso insiste Diego Ripalda, coordinador zonal de la Secretaría de Gestión de Riesgos, para quien la preparación es una labor conjunta. Resulta vital, por ejemplo, que la población conozca lo que cada familia debe hacer en cada tipo alerta (amarilla, naranja y roja) y cuánto tiempo tiene para reaccionar. Y, a decir de quienes monitorean al Cotopaxi, habrá el tiempo suficiente para alistarse y evacuar de forma ordenada cuando ya sea necesario.
La cultura preventiva no se impone
Para conocedores en temas de riesgo, la cultura preventiva aún no se impone en Quito. Porque para los expertos, los riesgos deben abordarse desde la prevención, con la enseñanza desde la niñez, y las consecuencias que abarquen el ámbito productivo y económico.
Así lo opina Christopher Velasco, presidente de la Asociación de Profesionales de la Gestión del Riesgo. Uno de los puntos que la población y autoridades no toman en cuenta es la necesidad de asegurar la infraestructura que podría perderse en un desastre. “La gente se olvida que no solo está en riesgo su vida sino también su medio de producción.
Para Cristian Rivera, gestor de Riesgos, la gente le teme a una amenaza volcánica porque no la conoce. “Cuando desconocemos una amenaza hay temor, hasta se crean mitos, y frente a eso lo que hay que hacer es educación comunitaria, pero desde las juntas parroquiales. También hay que llegar a los niños. No podemos ser coyunturales”.
El volcán Cotopaxi está en vigilancia continua
El Cotopaxi es el volcán más activo de Ecuador y que mayor monitoreo tiene (a través de 60 estaciones), por lo tanto, es vigilado permanentemente. Lo insiste Patricia Mothes, vulcanóloga del Instituto Geofísico. Por ello, cualquier cambio en su comportamiento se lo conoce de inmediato.
El Geofísico ha planteado tres posibles escenarios relacionados al comportamiento de este volcán. A corto plazo, y como escenario más probable, se prevé que la actividad siga débil “como está ahora, con unos brotes de ceniza y emisión de gases de vez en cuando”.
Todos estos cambios, insiste se difunden en boletines diarios a través de la redes sociales del Geofísico. Adicionalmente, la Secretaría de Riesgos tiene la información completa sobre el mapa de riesgos y cronogramas de simulacros en su portal web.
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