El grupo denominado ‘los cabreados’ protagonizó ayer en Quito la segunda protesta en contra del gobierno de Rafael Correa.
Vehementes e incansables, alrededor de 600 ciudadanos gritaron consignas a favor de la libertad de expresión, en la tribuna de Los Shyris, su trinchera. A las 17:00 llegó Leonardo Droira, un ingeniero civil de 68 años, quien construye vivienda social.
Cobijado por una bandera tricolor no se desalentó por los pocos cabreados: apenas 10. “Ya vendrán, el jueves pasado (28 de julio) había poca gente, luego fuimos más de 1 000; no queremos que se apruebe esa ley de medios, pues la mordaza no será solo para la prensa, será para todos, ni el Internet se salva”, dijo Droira.
Con un “hola cabreado” saludó Teresa Morillo, una ama de casa de 76 años, a Droira.
Pasadas las 17:00 llegaron grupos diversos: universitarios, profesores, militares en servicio pasivo, como los coroneles Patricio Haro y Alberto Molina; políticos de oposición, niños y adolescentes. “Cuando me enteré de la condena a diario El Universo, un periódico valiente, ahí sí me cabrié y decidí salir a las calles, el único espacio que nos queda; el presidente Correa ocupa todas las instancias -Asamblea, Justicia, la prensa-; llegaremos hasta la Plaza Grande”, reconoció Morillo.
[[OBJECT]]
Muy cerca de Morillo, María Angélica Sevilla, alta, guapa, catedrática de inglés de la UDLA, explicó que está bien tener una ley de Comunicación, pero no la represiva que quiere el Gobierno.
“Yo, mi familia, mis amigos, tenemos el derecho a leer el periódico que nos guste, a escuchar la radio que nos agrade; no queremos medios sesgados, como los gubernamentales, de pensamiento único; Quito es rebelde y ahora tendrán que escucharnos”.
Dijo que la sentencia en contra de El Universo era desmesurada y cruel, insólita, “digna de Ripley”.
Droira, de traje gris y sombrero de paja toquilla, no dejaba de brincar junto a los autos que respondían con sus claxon.
A las 17:30 las consignas subieron de tono: “¡Fuera Correa, fuera!; ¡Correa dictador, Correa caudillo!, ¡abajo el insulto y la prepotencia, abajo la ley mordaza!”.
Diego Ordóñez, analista político, reflexionó: “Creo que ya es hora de que surja un proyecto alternativo, porque el cambio no existe, hablo de un cambio ético y honesto, el poder cubre casos de corrupción, no hay un resquicio pasa sancionar”.
El coronel Haro iba y venía con un megáfono. Estaba agitado. Respiró. Dijo: “El Congreso (la Asamblea), con su reciente actuación, rompió el sistema democrático; el bloque del Régimen está desesperado por captar el CAL para evitar la fiscalización; el pueblo tiene que resistir en las calles, no pueden quitarnos la libertad”.
El Movimiento Juan Montalvo también fue activo. Conformado por 120 jóvenes, universitarios y profesionales, presentó grandes pancartas que tenían consignas libertarias. “No queremos -apuntó Francisco Borja, su líder- una política reducida a insultos”.
La mayoría de medios estuvo en la cobertura. Jean-Yvef Leroux y Klaus Hausman, camarógrafo y fotógrafo de la Presidencia, no dejaban de filmar y captar fotografías a los ‘cabreados’.
Norma Cordero, madre de cinco hijos, exhibía un cartel con un mensaje de Bolívar. “Huid del país donde Uno ejerce todos los poderes”. A las 19:00, el sentido jocoso lo dio Gonzalo Pérez, el “alcalde amigo”. “Correa -dijo- se parece a los mayas porque en el 2012, acaba con El Universo”.
[[OBJECT]]