Gonzalo Criollo quiere graduarse y luego ser economista. Su padre Gonzalo y su madre Melania lo apoyan. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
Para que su hijo mayor, Gonzalo, estudiara en el Montúfar, la pareja Criollo- Galván dejó su casa en Carcelén, en el norte de Quito. Y se mudó a un conjunto, en la Oriental y Napo, en el otro extremo de la ciudad, al sur, a una cuadra del colegio público.
Casi seis años después, a un mes de que Gonzalo cumpla la mayoría de edad, su madre Melania recuerda que dejaron de lado al Benalcázar y al San Gabriel. Al chico le deslumbró una placa en un laboratorio en donde se leía “MH, MH, MH, por siempre señor Montúfar (honorable)”. Ahora aún mantiene la ilusión de graduarse ahí.
El miércoles 23 de marzo le notificaron, vía ‘email’, que sería reubicado a otra institución, a tres meses de terminar el ciclo lectivo y su último año. Esto dentro del proceso disciplinario por las manifestaciones del 15 y 16 de febrero, que dejaron varios policías heridos.
Afirma que no participó en la gresca, no hay evidencias que lo relacionen. Con un micrófono pidió a sus compañeros: “No decaigamos en la lucha, no decaiga la voz de protesta, por la reubicación de los docentes”.
Lo hizo por estar frente al Consejo Estudiantil, que ya no sabe si preside. Está afectado, pero prefiere no mostrarse “tristeresante” (triste y pretender así ser interesante).
Su madre trabaja en una empresa privada. Pero ha buscado tiempo para acompañarlo a los trámites y a las entrevistas. Una bandera negra y roja, con la frase “Señor Montúfar”, cuelga de su cartera y es la señal de su lucha porque Gonzalo vuelva al plantel, en donde también estudia otro hijo, Santiago, de 14.
En la misma cartera guarda un carné que la acredita como militante de Alianza País; se afilió en la sede de la Shyris. Le duele que su hijo sea “víctima de una injusticia” del gobierno que apoya. Gonzalo no es ni ha sido seguidor del extinto MPD y de los “tira piedras”, como los llama el Régimen. Consultado anota que cree que ese partido causó un “retroceso en la educación”.
Eso sí, el joven ve a la protesta de febrero, pasado por la reubicación de 16 profesores, como la suma de otros malestares, arrastrados desde septiembre del 2014, cuando tras una movilización, el Presidente organizó la sabatina en ese centro. Uno de los problemas, reitera, ha sido el cambio de autoridades. Pero admite que durante la última manifestación sí hubo personas extrañas al Montúfar.
“Nos decían que era tiempo de que hagamos reaccionar a la gente, para que vean lo que es el Gobierno. Les decía que era ridículo y que no se podían aprovechar de nuestra protesta”.
No tiene relación con ellos. Más bien, cuando Gonzalo cursaba el segundo de bachillerato, el año pasado, acudía los fines de semana a unas reuniones organizadas por el Ministerio de Educación, según relata.
A ese espacio llegó por accidente, era una posibilidad de tener contacto directo con el ministro Augusto Espinosa y presentarle quejas. “Luego resultó ser otro tema, para empezar a hacer una organización más grande y de manipulación”.
¿Era un grupo anti FESE, el gremio de colegiales cercano al viejo MPD? “Ellos querían hacerlo así, me parece que no era la manera correcta”, anota y recuerda que “cuando en la coyuntura había posiciones críticas al Gobierno trataban de hablar todo lo posible sobre eso, para mostrar que no era así”.
No quiere profundizar en el tema, pero terminó como coordinador del colectivo de estudiantes secundarios, de varios planteles. “Lo dejé antes de ser presidente porque de parte del Ministerio empezaron a comprender mal las cosas, creyeron que por estar participando de ese espacio íbamos a hacer todo lo que ellos decían y no era así, me pidieron que me defina políticamente, me decían que se sentían traicionados”.
El ministro Espinosa descarta la idea de que la Cartera y el Gobierno promuevan el surgimiento de un movimiento para hacerle frente a la FESE. Primero porque él repite que ese grupo no existe; pregunta qué edad y de qué colegio son quienes lo dirigen. Eso porque afirma que ellos ya se graduaron y no pueden representar a colegiales.
“Lo último que haríamos es replicar lo que el MPD hizo con la FESE”, dijo. Y sobre si tuvo reuniones públicas con el colectivo, respondió que se manifestó en contra de la violencia, y con la Asociación Nacional de Estudiantes Secundarios (Andes).
Espinosa no niega su contacto con gobiernos escolares, que se son colectivos formados por los propios estudiantes. Y dice que incluso los lunes, a las reuniones de planificación del Ministerio, se ha invitado a dirigentes para que ocupen una silla vacía. Recalca que la organización estudiantil está garantizada por la Ley de Educación.
Para el Ministro hay “un intento de victimización de estudiantes. Y no se revisa que hubo infiltrados y que alumnos motivaron la protesta violenta frente a actos administrativos que podían ser apelados”.
En contexto
Los estudiantes del Montúfar protagonizaron una protesta el 16 y 17 de febrero. Cuestionaron la reubicación de 16 profesores. Hubo piedras, palos y restricciones en el tráfico vehicular. En septiembre del 2014 ya hubo incidentes de este tipo.