ENTREVISTA
Augusto Barrera G./ Alcalde de Quito
¿La derrota electoral del Alcalde de Quito implica necesariamente el retiro político de Augusto Barrea?
No. Yo he hecho política más de 30 años, de los cuales, los últimos ocho, he tenido una actividad institucional y electoral.
En este país se juzga la trayectoria política de la gente por los votos o los triunfos que consigue en las urnas.
Quien esté dispuesto hacer política sabe que se gana o se pierde. Es la democracia.
¿Su futuro seguirá atado al de la ciudad o buscará algo nacional como la Asamblea?
Debo mantener mi aporte en los temas en los que he trabajado: el desarrollo de las ciudades. Pero me nace colocarme en un contexto más nacional.
¿Y Alianza País va a ser el espacio para su proyecto?
Sí. Alianza País debe sacar enseñanzas de este proceso. Tenemos el enorme desafío de hacer una lectura propositiva de lo que ocurrió. Yo soy, sin duda, el más afectado, pero el camino es asumir una responsabilidad colectiva. Tenemos que sacar enseñanzas y una muy importante es que no existe un acumulado infinito de la votación. El principal elector no es ninguna persona en particular, sino los ciudadanos. El desafío de este proyecto político es reinventarse, ajustarse, corregirse, trascender victorias y también derrotas.
¿Usted acusa un desgaste en Alianza País?
Hay cierta inflexión.
¿Por ejemplo?
En el caso de Quito, y empiezo por mis errores, es que el ciclo político de la ciudad no correspondió al ciclo de transformación y de sus grandes proyectos. El Metro, que ahora puede causar incomodidad, en algunos años será maravilloso.
Este ciclo también pudo haber afectado a Jamil Mahuad y a Paco Moncayo, pero ellos sí se reeligieron…
Cuando se hace una obra de gran magnitud como el aeropuerto, la gente mira las dificultades y después los beneficios. Cada elección es diferente. Nosotros impulsamos obras que son transformaciones inéditas para la ciudad y que requieren continuidad. Cometimos un error grave que detonó en la primera fase de la campaña: el tema de las multas e impuestos.
¿El error fue no percatarse de que era un tema sensible?
Era una ordenanza del 2008 que nadie se percató, hasta que nosotros asumimos el control y la aplicamos. Eso generó descontento por la desproporción de la multa. Lo enmendamos, subsanamos pero implicó un costo político. También catastramos un gran número de predios que ahora deben tributar. La obligación de un gobernante es construir cultura tributaria. Espero que frente a estos temas, no se haya sembrado vientos para después cosechar tempestades. Lamento que en esta campaña no pudimos colocar en la cancha una verdadera discusión de la ciudad porque ese fue el tema ausente.
¿Ud. se confió del triunfo?
Probablemente sí, los informes en diciembre nos daban una diferencia de 20 puntos.
¿Cuánto daño le hizo la entrada del Presidente en la parte final de la campaña?
La campaña tuvo dos fases. La primera, cuando se regó esa idea de ‘no multas’ y ‘no impuestos’ que caló en todos los estratos sociales y nos puso a la defensiva. Y la segunda, con el Presidente.
¿Minimizó la estrategia de unidad de Mauricio Rodas y Antonio Ricaurte?
Sí, claro. Subvaloramos el efecto que produce una candidatura de unidad y, aunque reconozco su buena voluntad, la entrada de Rafael Correa en la segunda fase de la campaña generó resultados equívocos. El efecto electoral en las últimas semanas, lo que alguien llamó ‘desbarrerizar la campaña’, fue claramente adverso.
¿Quién dijo eso? ¿Fue Vinicio Alvarado?
No quiero poner nombres.
¿Por qué no le pidió a Correa mantenerse al margen?
Creo que él y yo actuamos de buena fe. Mi fortaleza, que era la presencia de un proyecto político consolidado y el hecho de ser el Alcalde, terminó siendo una debilidad.
¿Se actúa de buena fe cuando Correa arma una sabatina en pleno silencio electoral, desoyendo al CNE?
Yo conozco al Presidente y sé que él no actúa en la mitad. Todo esto lo asumo con absoluta autocrítica y debemos desdramatizar el resultado. Pero hay otro aspecto que es cultural. Esta sociedad, en los últimos 20 años, ha tenido enormes dificultades para construir un liderazgo local. Medio alguien cuaja y de inmediato se lo debilita. Eso tiene que ver con muchos factores.
¿Su relación con el Presidente, por ejemplo?
Yo llevé mis discusiones políticas internamente al buró. Nunca utilice deslealmente la fuerza política que suponía la Alcaldía de Quito para hacer del debate un acto público.
Pero el Presidente sí puso en el debate público temas que lo opacaron: la pregunta de los toros o el nombre del aeropuerto; y usted minimizó el impacto político de ese comportamiento.
Es probable. Pero yo insistí en que la pregunta de los toros tuviera un alcance local, no nacional, para que sea Quito la que se pronuncie.
Al final, ¿de ese tema que es tan secundario qué sacó la ciudad? ¿Qué sacó Ud?
La división está en la sociedad y no siempre se consensúa.La votación que logra Rodas difícilmente puede expresarse en un espectro político ideológico. ¿Por qué hay un voto de las prefecturas diferente al de las alcaldías? Bueno, los brasileños se inventaron el término malestar urbano, que es donde se expresan las expectativas de la gente, sobre todo en una ciudad como Quito que es más horizontal. Por eso había, con estas elecciones, que construir una legitimidad ciudadana.
¿AP le dejó hacer eso?
Sí, nunca me he sentido restringido. Este no es un tema de un solo día pero también cuenta cómo se lo construye mediáticamente. Esta es una ciudad hipercrítica.
¿Y aquí entran temas nacionales como la libertad de prensa, la protesta social o los ataques a la oposición?
Esta era mi candidatura, pero yo soy un miembro de Alianza País. No sé si tuvo que ver mucho o poco lo que ocurrió en todos estos meses complejos.
¿Cuál es su lectura?
La medida técnica de cerrar universidades de garaje era correcta, pero muchos jóvenes no tienen todavía los institutos para matricularse. En las peluquerías, las señoras decían no tener los tintes con los que trabajan, por el problema de las importaciones. Está el mismo tema del Yasuní, que nos plantea el enorme desafío de conectarnos con ese sentimiento que nosotros sembramos.
¿Ud. está de acuerdo con que no se explote el Yasuní?
Si recogen las firmas hay que jugar en democracia. Si nosotros nos llamamos revolución ciudadana tenemos que ser absolutamente fieles a ella en el fondo y en la forma.
¿Alianza País tiene problemas para administrar el poder total que posee?
Nosotros debemos repensar la forma y la pedagogía sobre qué hacemos con el poder. Hay gente que dice que a mí me falta ser carismático…
¿Pero de allí a llevar la discusión, como lo hizo el Presidente, de que usted no era Mr. Simpatía? ¿Le ofendió ese comentario?
Absolutamente sí. Uno espera que esta ciudad tenga un buen Alcalde y no solo un tipo simpático. Y lo digo con corazón: ojalá que un buen candidato también sea un buen Alcalde.
¿La reflexión en Alianza País debe ser más profunda?
El debate clave está en la naturaleza de partido que estamos construyendo. Siento que corremos el riesgo de convertirnos en un partido poco permeable a la sociedad. La gente nos dijo que no existen votos para siempre, que no hay votos endosables, que todos nos desgastamos. Y si no nos reinventamos, el proyecto puede terminar como la partidocracia.
¿Se acabó la magia?
La magia puede reinventarse. El mejor aporte es entender que el soberano es el ciudadano. Los resultados electorales que tuvimos en las ciudades marcan nuestra relación con los sectores medios.
¿Por qué tiene que ser Ramiro González, un hombre cercano al Gobierno pero que no es de AP, el que haga los cuestionamientos que ustedes no lo hicieron?
Discrepo con esa actitud por un elemental respeto. Se supone que él es un aliado.
¿Por qué es malo que él haga un cuestionamiento?
Cuando hay victorias, todo el mundo es padre de ellas. Pero la derrota es huérfana.
¿No es demasiado injusto con usted mismo?
La política y la historia no administran justicia. Yo creo que es injusto haber perdido, por todo lo que trabajé.
¿Cabe ahora hablar de la reelección indefinida?
Quiero ser absolutamente claro, la reelección indefinida es una aberración. Me parece una locura imposible. Somos una revolución en democracia. Debemos convencernos de que estos cambios estructurales hay que hacerlos en un sano proceso de competencia, con consenso, convicción y con la mayoría.
¿No a la reelección?
Inmediata no. Está abierta la discusión de otras modalidades, como la brasileña (con un período de por medio). Pero hay que multiplicar la mayor cantidad de líderes.
Hoja de vida
- Su trayectoria. Augusto Barrera es médico y dirigente social. Militó en Pachakutik. En el 2004 fue concejal de Quito en alianza con la ID. Coordinador entre el Ejecutivo y la Constituyente de Montecristi. Alcalde de Quito por Alianza País entre 2009-2014.
- Su punto de vista. Las elecciones marcaron un punto y aparte para el oficialismo. Urge la necesidad de una reflexión puertas adentro para evitar el deterioro de Alianza País.