Eduardo Mendoza: 'Cpccs logró que ciudadanos pierdan fe en la democracia'

"El ejercicio más importante de la democracia es tener autoridades de control completamente independientes”, dice Eduardo Mendoza, expresidente Subrogante del Cpccs-T. Foto: Archivo EL COMERCIO

Tras la convalecencia de Julio César Trujillo, en mayo del 2019, Eduardo Mendoza asumió como presidente subrogante del Consejo de Participación Ciudadana Transitorio, hasta el final del periodo.
Es radiodifusor y fue presidente de la Asociación Ecuatoriana de Radiodifusión (AER) y del Círculo de Periodistas. Es licenciado en Ciencias Sociales y Políticas y abogado por la Universidad de Guayaquil. Es periodista de la Universidad Laica Vicente Rocafuerte.
¿Cuál es la principal característica del Consejo de Participación Ciudadana?
Es un organismo al cual la gente no le ve la trascendencia. No le importa a la ciudadanía.
¿A pesar de que sea un lugar donde se supone que los ciudadanos tienen un espacio de acción?
No sintoniza con la gente. Muchas personas no lo conocen ni les interesa. Basta salir a las calles y preguntar qué es y para qué sirve. La gente no lo identifica con sus necesidades ni sabe qué papel juega en el Estado ni en el bien común.
Entonces, ¿su implementación ha fallado?
Muchas veces, conceptualmente las cosas suenan bien, pero se aplican mal y los resultados son negativos. Se dijo: tenemos que hacer un organismo que sea netamente apartidista para elegir a los funcionarios de los organismos de control, para que haya una participación ciudadana verdadera. Sonaba muy interesante. Pero en la práctica no hubo los mejores resultados. Fue peor el remedio que la enfermedad, porque todo depende de las personas que nombran a esos funcionarios de control. Depende de quiénes son, de sus valores y si obedecen a su conciencia y al bien común para un mejor Ecuador, con autoridades justas.
Hay tres etapas del Cpccs: la primera fue para perfeccionar el poder correísta, luego la de transición y ahora hay otra. Los tres presidentes escogidos por votación y, sin embargo, sigue sin consolidarse.
No me gusta hacer leña del árbol caído, porque en política hay que tratar de ver hacia adelante. Lo que sí noto es que la gente quiere ver que un organismo trabaje, que dé resultados, que sea legítimo. Me parece que lo que les ha faltado, sobre todo en los últimos tiempos, ha sido sentarse a hablar. Las discrepancias pueden existir, pero deben ser interiores. Hago votos para que en este organismo y en todos los demás la gente se siente a conversar, que haya discrepancias internas sobre criterios, incluso sobre una votación, pero que no sea para revelar sus sentimientos encontrados, porque el Cpccs ha logrado que los ciudadanos pierdan su fe en la democracia y en el sistema.
La transición tuvo una ventaja, que fue eso, una transición. Y lo anterior ya está juzgado por la historia, porque este tipo de organismos no debe tener dueños, no deben ser de una persona ni de su grupo político. De ahí que la idea de que los consejeros sean votados era buena, quizá habría que mejorar los requisitos.
¿Este organismo fue creado solo para direccionar los nombramientos de las autoridades de control?
Hubo muchas quejas con los nombramientos y nosotros tratamos de ser lo más objetivos posibles. Creo que esto obedecía a algún interés. Hay que preguntarse si esas autoridades nombradas antes de la transición eran apartidistas, o si fueron legítimas, porque pueden argumentar que eran legales. El asunto es que el Ecuador no debe ser patrimonio de nadie, ni de intereses, partidos o personas.
El dilema es si se debe dejar que estas autoridades sean nombradas por el Cpccs o por la Asamblea, porque el actual Parlamento tampoco tiene credibilidad en la sociedad.
Debemos buscar una forma técnica intermedia. La verdad es que el Consejo de Participación fue un ensayo para que las autoridades no sean nombradas por la Asamblea, para despartidizar los nombramientos; pero en la práctica, ninguno de los dos modelos ha tenido éxito. Creo que hay que buscar alguna forma de que se puedan ciudadanizar esos nombramientos. Cuidado se diga que deben ser elegidos, sería una barbaridad. Debe darse una nueva forma. Ese es el ejercicio más importante de la democracia, tener autoridades de control completamente independientes, autoridades legítimas. Esa búsqueda es tan importante como las elecciones, esa legitimidad de ejercicio. En el momento que se arregle eso tendremos un Ecuador mejor, con más posibilidades de ser un verdadero Estado de derecho.
¿La inestabilidad del Cpccs es un reflejo de la sociedad ecuatoriana?
Un poco lo que pasa en este organismo es lo que pasa en el Ecuador como sociedad. Todo lo que se vendió para decir que el Consejo era lo mejor, terminó desdibujado. Los políticos siempre van a querer manejar cualquier espacio de poder.
Al final, con este experimento se estatizó la participación ciudadana.
No pueden ni el Estado ni el Gobierno estar metidos allí. Tiene que independizarse y hay que bregar por eso. Nadie puede tomarse esto, solo la ciudadanía. Si se le pregunta a los ciudadanos qué es lo que más les molesta actualmente, probablemente digan la injusticia y la impunidad. Pregunto, ¿el Estado y los partidos han solucionado alguno de esos estos dos temas? La gente va a decir que no. De ahí que la ciudadanía tiene que velar por su organización autónoma, y eso no puede ser controlado por el Estado. Es un poder y un deber ciudadano, y no debe ser patrimonio del Estado ni de ningún partido que esté en el Gobierno.
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