El canciller ecuatoriano, José Valencia (der.), recibe las cartas credenciales del nuevo embajador de Venezuela, designado por el presidente de la Asamblea y autoproclamado de ese país, Juan Guaidó, Rene de Sola. Foto: EFE
Dos días después de presentar sus cartas credenciales el nuevo embajador de Venezuela en Ecuador, René de Sola, designado por Juan Guaidó, la Embajada venezolana en Quito sigue funcionando con regularidad, pero bajo la dirección de los diplomáticos de Nicolás Maduro.
De Sola, un abogado venezolano que reside en Quito desde hace más de 14 años, casado y con hijos de doble nacionalidad, presentó las credenciales el pasado 26 de febrero del 2019 al canciller ecuatoriano, José Valencia, después de que el mes pasado, el Gobierno de Lenín Moreno reconociera la presidencia interina de Guaidó.
Ese respaldo y la designación por parte del presidente autoproclamado de un representante diplomático al máximo nivel, abrieron todo tipo de interrogantes legales sobre cómo se manejaría a partir de ahora la relación diplomática y consular entre ambos países, y si la Embajada en Quito quedaría bajo control del nuevo embajador.
Fuentes de la legación venezolana han declinado pronunciarse sobre el futuro, pero Efe ha constatado que, mientras tanto, el trabajo en la legación continua con su rutina habitual y las visitas de decenas de venezolanos que acuden a diario a sus consulados en Quito y Guayaquil en busca de asistencia.
También sigue en funciones el encargado de negocios Pedro Sassone, máximo representante diplomático desde la expulsión en octubre de la jefa de misión Carol Delgado, a raíz de unas declaraciones del ministro venezolano de Comunicación, Jorge Rodríguez, que acusó de “mentiroso” al presidente Moreno.
Ante esta situación no se descartaba que De Sola acudiera a la Embajada para reunirse con Sassone, encuentro del que por el momento no se tienen noticias, así como tampoco acerca de si tendrá lugar alguna acción de traspaso o delegación de funciones.
Esa posibilidad se antoja remota de momento por las implicaciones políticas que tendría para el régimen de Maduro.Ecuador, en ese sentido, mantiene su relación con Venezuela entre dos doctrinas, la de la “legalidad” y la de la “funcionalidad operativa”, es decir, la de seguir abordando materias consulares con el Ejecutivo efectivo de Venezuela.
“Mantenemos contacto con los consulados venezolanos aquí e igualmente mantenemos nuestros consulados en territorio venezolano. Por supuesto, esto no implica ningún tipo de reconocimiento”, dijo a Efe una alta fuente de la Cancillería ecuatoriana.
Reiteró que el Gobierno de Ecuador ha reconocido a Guaidó, pero eso no impide el “contacto con las autoridades consulares designadas por Maduro en virtud del afán de atender los requerimientos ciudadanos”.
Esta comunicación es también necesaria, por ejemplo, para que los aviones del programa de “Retorno a la patria” fletados por el Gobierno de Maduro lleguen a Ecuador y trasladen a su país a emigrantes en situación de vulnerabilidad, y que de lo contrario, sus problemas recaerían en las autoridades ecuatorianas.
También para preservar las relaciones comerciales y hasta la situación de estudiantes ecuatorianos que completan sus estudios de posgrado en Venezuela.
En ese sentido, y dentro de la ambivalente situación creada, la comunicación fluida entre la Cancillería ecuatoriana y los representantes del gobierno de Maduro en Quito continúa de forma fluida.
Con todo, el Ministerio de Exteriores se ha abstenido de convocar en el último mes a Sassone, que ostenta tanto la máxima autoridad consular como política de su país.
Ello porque De Sola no tiene ninguna autoridad operativa ni está en capacidad de resolver los problemas de un cuarto de millón de emigrantes venezolanos que se han radicado en Ecuador, pese a sus numerosos encuentros con ellos.
El embajador mantiene mutismo mediático desde su nombramiento y no se ha pronunciado sobre sus intenciones, ni respondido a los requerimientos de Efe sobre si ha contactado con Sassone o cuáles son sus atribuciones como representante de un Gobierno que en la práctica no tiene control alguno sobre la Administración del Estado.
En esta coyuntura, la diplomacia ecuatoriana aborda su relación con Venezuela desde una bicefalia diplomática que hasta el momento parece traducirse en la práctica en un dialogo con dos representantes, ambos reconocidos oficialmente.
La pregunta aún sin resolver es si dentro de esta ambivalencia, Ecuador seguirá manteniendo un canal de comunicación política con Maduro o lo reducirá a nivel consular.
Según la práctica diplomática, cualquier decisión sobre el futuro de la Embajada venezolana sería objeto de un principio de reciprocidad con Caracas.
Hasta la fecha, y no obstante el reconocimiento a De Sola, Ecuador no ha notificado a Venezuela que su encargado de negocios y representante gubernamental en Quito haya dejado de serlo.