Cuatro referentes de distintas formas de pensamiento se dieron cita en este encuentro. Foto: EL COMERCIO.
El debate desde posiciones diferentes sobre el país que se quiere se dio el 23 de julio del 2015 en la Escuela Politécnica del Litoral. Cuatro referentes de distintas formas de pensamiento se dieron cita en este encuentro. Por una parte, estuvieron dos representantes del pensamiento político oficialista, y otra que se podría calificar de independientes al Gobierno e incluso de la derecha ecuatoriana.
En el primer grupo estuvieron Pabel Muñoz, principal de la Secretaría Nacional de Planificación (Senplades), quien además es quien lleva adelante el diálogo nacional que impulsa el Gobierno. Junto a él estuvo Fander Falconí, exsecretario de Planificación, excanciller y uno de los formadores del pensamiento político de Alianza País.
Por otra parte, estuvo el exvicepresidente y considerado uno de los pensadores más lúcidos del neoliberalismo ecuatoriano, Alberto Dahik. El otro ponente en esta mesa redonda fue Walter Spurrier, uno de los economistas más lúcidos en el país. Ambos cuestionaron las políticas económicas del Régimen.
Falconí: un Estado creador
Tenemos unas distancias enormes en materia de conocimiento y se debe pensar qué hacer. Una es el sálvese quien puede y dejar que el mercado actúe libremente. Hay un libro ‘El Estado creador’ que nos señala las estrategias de los países para dar saltos en materia de conocimiento. Lo peor que le puede pasar a la sociedad que tenemos una desmemoria colectiva. Debemos hablar del pasado. El diseño comenzó en los años 90 con la aplicación del neoliberalismo, que no es solo pantallas frías y datos, sino que significó la muerte de la gente. El neoliberalismo provocó más víctimas que los conflictos sociales.
El Ecuador que deseamos tiene que ser un país que innove, que rompa las brechas de conocimiento, pero tenemos una inserción desigual en el mundo, tenemos la condición de país que pone los productos en el mercado y está sujeto a los precios internacionales.
Walter Spurrier, analista y articulista
Yo quiero que nuestra democracia se profundice y alcancemos el nivel que tienen hoy Chile, Uruguay y Costa Rica con sistemas políticos estables. Una sociedad en que exista separación de poderes. Puede el Poder Ejecutivo y Poder Legislativo pertenecer a una misma coalición, pero hay una división de funciones. Un sistema político en el que el sistema judicial y electoral independiente del Ejecutivo. Necesitamos tener una justicia independiente. Necesitamos una sociedad donde se pueda tener acceso a medios de información sujetos a sanciones drásticas por difundir noticias u opiniones de desagrado del Presidente.
No es posible que en un nivel medio, que la gente pase hambre. Quizás el más importante es la seguridad. Dotar a todas las poblaciones de servicios básicos. En eso hemos tenido poco avance, a pesar de haber tenido una gran bonanza petrolera que se acabó.
Alberto Dahik, exvicepresidente de la República
La economía ecuatoriana sufrió un impacto externo de la caída de los precios del petróleo. Ante eso se tomaron unas medidas salvaguardias temporales. Es altísimamente probable que la caída de los precios no sea un fenómeno temporal sino permanente, por lo tanto una medida temporal no puede ser utilizado para un tema permanente.
En un régimen dolarizado, debería haber en el Banco Central más divisas de las que hay hoy. La crisis es tan grave que hay menos divisas de las que debería haber. Si se toma en cuenta los movimientos de la deuda, tenemos un hueco de USD 7 000 millones. Ese hueco significa que inexorablemente el sistema financiero va a tener una caída de depósitos y eso es implosivo como en Grecia. Tenemos una crisis macroeconómica que destruye cualquier logro de cualquier gobierno en cualquier momento de la historia.
Muñoz: los efectos neoliberales
Ecuador, desde el retorno a la democracia hizo dos cosas: instaurar régimen democrático y económico caracterizado por el enfoque neoliberal. Uno de ellos es el desmantelamiento del Estado. Cuando se da la aplicación del modelo neoliberal, desde el inicio de le década del 80, cuando firmamos la Carta de Intención con los organismos multilaterales, adoptamos un modelo que venía impuesto por la forma en que el mundo funcionaba.
Una de esas tesis era el desmantelamiento del Estado que genera deformaciones. Debía abstenerse de intervenir en sectores estratégicos y debía achicarse. Pero en el caso ecuatoriano había una perversa utilización: en el discurso se decía que no debía intervenir pero en la práctica era funcional en las decisiones de ese Estado para privatizar las ganancias y socializar las pérdidas, como la sucretización y el salvataje bancario.