Déleg registra el mayor ausentismo electoral en el país por la migración

Manuel Cuzco es una de las personas de la tercera edad que vive en Déleg. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO.

El silbido del viento es lo único que se escucha en las calles céntricas del cantón Déleg, en la provincia de Cañar, donde solo el paso de algún vehículo es capaz de interrumpir la calma. Es un pueblo silencioso, de calles limpias y casas grandes, pero casi sin habitantes.
Este cantón de población indígena-mestiza está ubicado a 20 minutos de capital azuaya. En el pueblo son más visibles las personas de la tercera edad cuyos hermanos, hijos, nietos, sobrinos... migraron a Estados Unidos o Europa.
Luis Jara fue uno de los primeros migrantes que se marchó al cumplir 18 años de edad (ahora tiene 67), cuando no existían restricciones ni peligros para los viajeros.
No hay cifras oficiales de cuántas personas dejaron Déleg en los últimos 30 años, pero el mayor éxodo se registró entre 1999 y el 2010, dijo Pablo González, jefe político del cantón. Desde entonces, el fenómeno migratorio incide en diferentes áreas y uno de ellos es en las jornadas electorales por el alto ausentismo.
Los datos del Consejo Nacional Electoral lo corroboran. En las elecciones del 2013 este cantón registró 8 562 electores, pero solo el 38% sufragó; y en la jornada del pasado 27 de febrero -con un número casi similar de empadronados- el ausentismo fue del 63,65%.
Entre los empadronados están los migrantes que no han cambiado la residencia y que tampoco retornan al país para sufragar porque no han regularizado su situación en Estados Unidos, dice Luis Jara. Él vive como jubilado en ese país y desde noviembre está en su natal Déleg, por las votaciones. “Me quedé más tiempo por la segunda vuelta electoral”.
Déleg es el cantón con mayor porcentaje de ausentismo del país, pero en toda la provincia de Cañar se vive el mismo fenómeno por la migración.
En las comunidades de Turupamba, Nazón y Jerusalén, del cantón Biblián, entre el 42% y 61% de electores no sufragó en la primera vuelta.
Un estudio realizado por la Universidad Andina Simón Bolívar sobre los últimos resultados electorales confirma la hipótesis del ausentismo. Para Carlos Larrea, coordinador de la investigación, este problema se debe a cómo están hechos los padrones electorales en el Ecuador.
Mencionó -por ejemplo- que entre 1998 y el 2000 el país fue afectado por un proceso migratorio masivo, resultado de la crisis financiera, el fenómeno de El Niño y la dolarización. “Se cree que en ese tiempo más de un millón de ecuatorianos que estaban en la edad de sufragar migraron a Estados Unidos, España e Italia.
Él dice que cuando alguien sale y más en condición de ilegal en el registro del Consejo Nacional Electoral no consta que se marchó y por eso su nombre queda en ese padrón. “A esto se suma el tema de las personas fallecidas”.
Wilson Rodas, director de la delegación Cañar del Consejo Electoral, precisa que para cada proceso realizan la actualización del padrón, pero únicamente a partir del cambio de domicilio solicitado por los votantes y piden información al Registro Civil de las personas que han fallecido.
Pero en Déleg son contados los votantes que hacen cambio de domicilio. Además, aquí hay otra particularidad. Por la misma migración hay un alto porcentaje de personas de tercera edad que están empadronadas, pero que no sufragan por temas de movilidad, desencanto por la política y porque su voto es optativo.
A estas personas se las ve -a ciertas horas de la mañana- en los portales de las casas y cuando se les pregunta si sufragaron, confirman que no lo hicieron. La última vez que votó Luis Uruchima, de 72 años, fue en las elecciones del 2006. En cambio, Luis Molina, de 73 años, no lo hace porque tiene una dificultad para ver.
Para Larrea,el ausentismo en el país también tiene que ver con el ‘voto optativo’ de los jóvenes de 16 y 18 años, y de las personas mayores de 65 años, que no están obligados a votar. “En estos grupos opcionales hay poco interés, aunque en este año fue menor al histórico”, indica Larrea.
En cambio, en el caso de las parroquias amazónicas con alto ausentismo se debe a la distancia con los recintos electorales y las horas que les toma movilizarse. Según el estudio de la Andina hay comunidades de Pastaza y Orellana con el 60% de electores que no sufragaron porque son pueblos de frontera con el Perú que necesitan cuatro horas de viaje para llegar a su recinto.
En esa lista –dice Larrea- buena parte de los inscritos puede ser militares y están sujetos a una fuerte movilidad, y es muy probable que residan en otra ciudad.
Generalmente, en estos pueblos de pocos habitantes y con alto ausentismo electoral no llegan los candidatos a hacer campaña. El Jefe Político de Déleg dice que solo se siente la campaña en el cantón cuando se elige autoridades locales.
Este cantón cañari recobra vida únicamente en las vacaciones escolares de la Sierra, que coinciden con las de Estados Unidos, entre los meses de julio y agosto. Allí retornan los migrantes para visitar a sus familias.Otros llegan en celebraciones religiosas para financiar las fiestas con el fin de agradecer por sus viajes.