El 10 de agosto del año pasado, el presidente Rafael Correa cerró con broche de oro su Informe a la Nación haciendo un sorpresivo anuncio: el pedido a la Asamblea de una amnistía para el ex vicepresidente Alberto Dahik.
Ese día, en el minuto final de su larga disertación, Correa dijo que “Dahik es un hombre honrado” y que era necesario cerrar un pasado donde el economista, asilado en Costa Rica desde octubre de 1995, fue víctima del odio.
A partir de ese día, el anuncio de Correa se quedó en el aire. La Asamblea no avanzó en el pedido, en parte, porque detractores de Dahik, muchos de ellos militantes de A. País, decían que la amnistía no opera para juicios por peculado.
Desde marzo del 2010, en la Corte Constitucional reposa sin ningún avance una acción de protección, en contra de las resoluciones del 2007 de la ex Corte Suprema de Justicia que declaró“inexistentes” los fallos absolutorios de su caso, dictados por Guillermo Castro y la ‘pichicorte’. ¿El silencio de la CC y la escasa gestión del Gobierno muestran que el pedido de Correa fue un globo de ensayo?