En 35 años, la política ecuatoriana cambió sus códigos institucionales

Cuatro presidentes

Ecuador recuerda hoy los 35 años de la posesión de Jaime Roldós Aguilera como el primer presidente del actual período democrático.
Su asunción dejó atrás no solo a dos gobiernos militares. También simbolizaba el inicio de una forma moderna de ejercer la política. Atrás había quedado la última experiencia caudillista. José María Velasco Ibarra influyó en el Ecuador por más de 40 años.
El sistema de partidos que se inauguró en el Ecuador prometía un gestión diferente. Sin embargo, las dos principales preocupaciones de los gobiernos democráticos (la crisis económica y el enfrentamiento con Perú) erosionaron el modelo. Mientras las dictaduras administraron la riqueza petrolera, los presidentes, hasta el 2003, gobernaron con un petróleo de USD 20.
El diseño político que surgió desde 1978 no sorteó estas décadas perdidas y el diseño institucional que se había conformado hasta entonces entró en crisis.
Rafael Correa llegó en el 2007 con la promesa de dejar atrás el bloqueo y la inestabilidad. Estos siete años y medio en el poder le permitieron amasar un poder político sin comparación, debido a las ventajas de administrar el segundo ‘boom’ petrolero. El barril se cotiza hoy en USD 90.
Las instituciones que hace 20 o 30 años marcaban el ritmo de la democracia hoy son parte del recuerdo. ¿Quién cubre ese espacio?
El espacio de los expresidentes
Entre 1984 y el 2004, quienes habían ejercido la Presidencia de la República eran figuras activas. Lideraban en sus partidos y tenían poder legislativo. Su papel como formadores de opinión era indispensable en las crisis.
Osvaldo Hurtado fue un firme fiscalizador de León Febres Cordero; así como Rodrigo Borja lo fue de Sixto Durán Ballén y de Abdalá Bucaram.
Las sucesivas caídas presidenciales y la crisis del sistema político del 2005-2007 arrasó también con el prestigio de los exmandatarios. Rafael Correa no ha tenido estos contendores en su gestión.
De la atomización al control total
Los presidentes que sucedieron estos 35 años tuvieron Congresos en contra. Solo Rodrigo Borja gozó de mayoría entre 1988 y 1990. La oposición dirigía el Parlamento.
Los congresos, hasta el 2007, tenían en promedio cuatro o cinco bloques de similar tamaño y otras fuerzas. Esto obligaba a una permanente negociación, siempre cuestionada. El 10% de los ministros de los presidentes entre 1979 y 1996 fue destituido. Ahora, el Gobierno controla la mayoría absoluta del Legislativo. Desde el 2009, la fiscalización parlamentaria ha sido inexistente.
¿Los tutores de la democracia?
Las Fuerzas Armadas tenían una marcada influencia por tres razones. Hasta 1998, el diferendo territorial con el Perú era una prioridad nacional, por lo que ante la permanente amenaza de guerra, los militares comandaban una de las instituciones más fuertes.
Su peso político fue heredado de las dictaduras de los 70.
Las constituciones de 1978 y 1998 concibieron a las FF.AA. como garantes de la democracia, por eso el retiro de su apoyo a los presidentes Bucaram, Mahuad y Gutiérrez fue decisivo. La Carta Política del 2008 dejó a los militares por fuera de esa tutela.
La lucha social se consumió
En los 80, los sindicatos se tomaron las calles para protestar por las duras medidas económicas de entonces.
En los 90 despertó el gigante: los indígenas entraron en la política y se convirtieron en un actor con poder de veto. La suerte de los presidentes que se sucedieron entre 1996 y el 2007 dependió de la capacidad del bloqueo indígena.
La protesta callejera se desgastó como recurso y ese declive coincidió con la llegada de Rafael Correa que supo comunicar los éxitos de su gestión, al tiempo que impulsó una serie de políticas para debilitar a los gremios.
Fragmentación y partido único
El PSC, la ID, el PRE, la DP y Pachakutik dieron forma al sistema de partidos que eclosionó en el 2007. La crisis económica de dos décadas, el desgaste de sus líderes y la permanente confrontación política los destruyó.
Entre 1979 y el 2007 ningún partido repitió la presidencia por la vía electoral. Nunca fueron fuerzas nacionales; su influencia era regional, por eso coexistián.
El proceso de reinscripción que se dispuso en el 2008 no revitalizó el sistema de partidos. Alianza País, hasta febrero pasado, se proyectaba como la fuerza preponderante.