La avenida Mariscal Sucre, en el sector de Chillogallo, en el sur de Quito el lunes 20 de julio del 2020. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
En Quito, el número de contagios o curva epidemiológica sigue en ascenso. Ayer (20 de julio de 2020) fue uno de los días con más casos nuevos en el presente mes. Hubo 10 967, es decir, 368 más respecto al domingo, cuando se contabilizaron 10 599. En el otro extremo, el día con menos infectados en el mes fue el lunes anterior, cuando se presentaron apenas siete casos.
Con ello, la ciudad -la segunda con más diagnósticos- se mantiene en su primera oleada, con varios picos. “Es una curva en ascenso, ciertos días aparecen más casos nuevos que en otros”, explica la epidemióloga Andrea Gómez.
Durante varias semanas -adelanta- este comportamiento seguirá, ya que depende de las medidas de restricción de movilidad y de las acciones de la ciudadanía. “Quienes se hayan infectado en reuniones del sábado y domingo lo sabrán en unos 15 días”.
A esto se suma la velocidad de transmisión del virus, es decir, a cuántas personas más puede contagiar alguien que sale positivo. Se lo conoce como número efectivo o Rt.
El Centro de Modelización Matemática (Modemat), de la Politécnica Nacional, trabaja desde marzo, inicio de la pandemia en el país, con modelos para calcular las cifras de reproducción del virus en las distintas provincias. Los datos se actualizan cada siete días.
Hasta la semana pasada, del 10 al 16 de julio, Pichincha presentó una tasa de reproducción de 1,03, es decir, un ciudadano puede contagiar a una persona más. Esa cifra es inferior a la registrada en la semana del 3 al 9 de julio, cuando la tasa había llegado a 1,50.
En ese estudio se ve que los meses más complejos en Pichincha fueron marzo y abril. La tasa llegó a 2,74 (un paciente podía infectar a dos más). Algo similar pasa en Guayas -la más golpeada por el virus- en donde fue de 3,69, es decir, cada positivo podía pasar el virus a tres personas. Hoy está en 0,90.
“Es lo ideal, se entiende que la pandemia está siendo controlada. En Pichincha también cayó esa tasa, pero nuevamente está sobre uno”, dice Juan Carlos De los Reyes, catedrático de la Politécnica y líder del equipo a cargo del estudio.
“Aunque ha disminuido con respecto a la semana pasada, todavía no indica que el número de nuevos contagios este decreciendo”, dice Luis Miguel Torres, de la EPN.
A Gómez y De los Reyes les preocupa la falta de cumplimiento ciudadano, en medio de alta demanda de camas.
Ayer 20 de julio, el Ministerio de Salud confirmó que solamente una de 132 camas en unidades de cuidados intensivos (UCI) estaba disponible. Y que 49 de 365 estaban libres en hospitalización. La situación casi no ha variado desde hace tres semanas. En el Seguro Social y en los seis centros de la red privada tampoco había espacios.
El lunes 6, el padre de Pablo Araujo, docente de la U. Central, sintió algunos síntomas relacionados con el coronavirus. Apareció como una gripe común, por lo que guardó reposo. No hubo fiebre.
Pero la situación cambió el viernes pasado. Su padre presentó dificultades para respirar. “Fue desesperante, no podía respirar. Estaba helado. Nos recibieron en la sala de emergencia de un centro privado; nos advirtieron que no habían camas en cuidados intermedios ni en terapia intensiva”, contó Araujo.
Si se desocupa un sitio -le dijeron- los costos superarían los USD 200 000. Pero activaron los protocolos para encontrar un espacio en la red de salud pública. Afortunadamente se desocupó uno en el Hospital Carlos Andrade Marín, del Seguro Social, que atiende a pacientes con y sin covid-19.
“Ahora esperamos resultados de mi madre, que tuvo contacto directo con mi padre”.